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Yeison Jiménez pasó de ser niño rico a recoger chatarra. “Resulto en la calle”

El artista de música popular contó una de las etapas más difíciles de su vida, cuando sus padres se separaron y pasó de la abundancia y la riqueza a ser un niño que debía trabajar para ayudar al sustento de su mamá y su hermana. Así vivió esta experiencia que lo marcó.

Por Redacción Vea
11 de abril de 2025
Yeison Jiménez pasó de ser niño rico a recoger chatarra. “Resulto en la calle”
Fotografía por: Instagram @yeisonjimenez

Yeison Jiménez había hablado ampliamente de la época en que siendo menor de edad llegó, procedente de Manizales, con su madre y hermana a Bogotá y vivió en una zona aledaña a Corabastos. En la principal plaza de mercado del país, el hoy ídolo de la música popular se empleó cargando bultos y vendiendo aguacates.

Cuando fue portada de Vea, hace ya algunos años, contó que combinaba su trabajo en la central de abasto con los estudios de secundaria. Eran jornadas muy largas y extenuantes pues a las 3 a.m. estaba en la plaza y en la tarde, estudiaba en el colegio. En las noches hacía las tareas.

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Por aquel tiempo cantaba y aunque soñaba con hacerlo antes miles de personas, se trataba solo de un anhelo que parecía muy lejos.

Ahora en charla con Juan Pablo Raba habló sobre una época anterior y hasta hora poco conocida, la que vivió en su natal Manzanares, Caldas, cuando eran una familia junto a su padre, su madre y su hermana y donde había abundancia y riqueza.

El material que hace parte de ‘Los hombres también lloran’, el pódcast del actor, se tituló: Yo Viví Cuatro Vidas, Y Ya No Quiero Correr Más. Solo Quiero Caminar. Se denominó así, ya que el artista, de 33 años, cree que ha vivido ese número de vidas, en lo que ha sido un tiempo muy agotador y lo ha marcado.

Yeison Jiménez fue un niño rico que tenía su propia empleada

La primera ‘vida’ fue justamente la que vivó muy niño en medio de dicha opulencia. Jiménez comenzó narrando que sus padres eran comerciantes y su papá en especial, era dueño de “negocios de licor, supermercados, bares y cantinas”.

En aquel tiempo vio cómo en su casa los mercados llegaban en bultos y había comodidad, no solo en ese aspecto, sino en el estilo de vida en general. Tenían varios carros y motocicletas y su papá andaba armado, ya que tenía mucho dinero. Yeison menciona que “a los 35 años mi papá era rico”, no obstante, considera que aunque poseía astucia para los negocios, no tenía educación financiera, lo cual derivaría en una quiebra posterior.

En ese tiempo en Manzanares la comodidad era tal que recordó haber tenido una empleada a su servicio y su hermana también contaba con otra. Sin embargo, este panorama cambió por completo en lo que él denominó ‘su segunda vida’. La primera fue “una vida de niño que tuve hasta los 9 años… Habían pollos y cerdos en el patio de la casa”.

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La época en que Yeison Jiménez trabajó recogiendo chatarra

Cuando sus padres se separan y se van a vivir a Manizales con su mamá, Yeison experimenta un brutal cambio de vida. “Paso de ser un niño muy bien, de tenerlo todo a estar recogiendo chatarra con 12 años...resulto en la calle”

Recordó que su papá se dedicó a beber y prácticamente lo perdió todo y siempre buscaba a su madre para reclamarle y hacerle escándalo tras la ruptura. Así fue como pasaron por varias casas en Manizales. “Era muy agresivo y buscaba a mi mamá para pegarle…”

En su paso por Manizales, que duró dos años, Yeison contó que “mi mamá montó un restaurante en la galería de Manizales”, refiriéndose al sustento que tenían, sin embargo él viendo la necesidad quiso ayudar.

“Empecé a trabajar a recoger chatarra, por la galería de Manizales. Al frente había tres chatarrerías, uno veía traían maíz lo pagaban, traían cobre, lo pagaban….”

Al artista le pagaban con una pasta que traían las neveras en ese tiempo y él acumulaba dicho material que luego vendía. “Iba y lo vendía por 20 mil o 30 mil pesos”. Tenía 12 años. “Yo estudiaba en la mañana y llevaba a mi casa y me ponía a cargar chatarra en camiones desde la 1 hasta las 6 de la tarde”.

Sus compañeros en ese trasegar eran personas que también se dedicaban a vender esos residuos que quedaban de mercancía y vivían en hostales por noche.

No obstante, no cree que esa sea la peor etapa que él haya experimentado, a pesar de lo duro que fue. La tercer vida es cuando llegan a Bogotá y comienza a tener una vida prácticamente de adulto en Abastos y sobre la cual ha ahondado en varias ocasiones.

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