Margarita Rosa de Francisco es una mujer que ha aprendido a convivir con su evolución, a aceptar sus contradicciones y, sobre todo, a disfrutar de la libertad que le otorga el ser auténtica, sin máscaras ni expectativas ajenas.
Lejos de los estereotipos de la industria del entretenimiento, la caleña de 59 años ha encontrado en su propia reflexión y, en su búsqueda constante de conocimiento, el camino hacia una vida más plena. Así lo dejó en evidencia durante una reciente entrevista con la revista Vea.
Sigue a la Revista Vea en WhatsAppMargarita Rosa y una búsqueda constante hacia lo profundo
“Estoy enamorada del al conocimiento. Estoy obsesionada con eso”, dice la actriz y cantante con una pasión que ilumina su rostro. No es solo una afirmación sobre su carrera, sino sobre la forma en que entiende su existencia.
A lo largo de los años, Margarita Rosa de Francisco ha cultivado un interés profundo por la filosofía, que la acompaña incluso en sus momentos de silencio. La reflexión es para ella, una forma de encontrarse consigo misma y de liberar su mente.
Para la recién graduada en Filosofía, la vida es un proceso de constante descubrimiento, y esa revelación no necesariamente implica respuestas definitivas, sino más bien la aceptación de que somos un enigma sin fin.
“El ser humano es un gran misterio, y cuando uno se ve como eso, como un abismo, como algo que no tiene fondo, se hace mucho más interesante”, aseveró, dejando claro que para ella la búsqueda es más importante que el hallazgo.
Este enfoque hacia la vida, tan alejado de la idea de una meta fija, le ha permitido superar expectativas, tanto propias como ajenas. En este sentido, también destaca cómo ha aprendido a liberarse de las versiones pasadas de sí misma: “Me gusta sorprenderme a mí misma con cosas. No temo a equivocarme”.
Es por eso que, para Margarita Rosa, la evolución no es solo un proceso físico o profesional, sino emocional y filosófico. Reconocer los errores, pedir perdón y, sobre todo, no aferrarse a una versión estática de uno mismo, son actos de valentía que le otorgan una libertad que otros consideran difícil de alcanzar.
La soledad, un espacio para crecer
Una de las temáticas recurrentes en las respuestas de Margarita es la soledad. Lejos de verla como algo negativo, la abraza como una necesidad personal, casi sagrada.
“Yo adoro la soledad. La considero parte fundamental de mi trabajo”, dice con convicción. Para ella, no significa ausencia, sino una oportunidad de estar consigo misma, de escuchar sus pensamientos y de nutrirse de la paz que solo puede encontrar en su propio espacio.
A pesar de tener una relación amorosa y de estar a puertas de casarse, Margarita explica que sabe cómo equilibrar su necesidad de estar sola con su vida en pareja.
“Necesito mucho tiempo sola. Tengo un compañero que no tiene problemas con eso”, advirtió. Y aunque para muchos suene contradictorio, se siente celosa de su tiempo en solitario: “A veces pienso que la soledad es muy celosa con nosotros. Nos quiere y no nos suelta fácilmente”. Para la artista vallecaucana, este equilibrio entre la compañía y la solitaria introspección es una de las claves de su bienestar.
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“El mundo que he construido, así como el que imagino, me entretienen y despiertan mi curiosidad. Entonces no me aburro cuando estoy sola”, Margarita Rosa de Francisco en entrevista con 'Vea'.
La importancia de disfrutar de uno mismo para poder hacerlo de la compañía ajena es algo que Margarita Rosa de Francisco tiene claro: “Si no disfrutas de ti mismo, ¿cómo disfrutas de la compañía de alguien más?”. Esta afirmación parece resumir su enfoque hacia las relaciones y la vida en general: primero es necesario aprender a estar en paz con uno mismo antes de compartir esa paz con otros.
Un acto de valentía silenciosa
Al preguntarle por su mayor acto de arrojo, Margarita Rosa de Francisco no se refiere a una gran decisión pública ni a un momento dramático ante los ojos del mundo. Su valentía, como ella misma lo describe, ha estado en las pequeñas decisiones cotidianas que requieren de un coraje interno.
En ese contexto, recordó cuando, siendo muy joven, decidió quedarse en España, lejos de su país, para seguir su vocación actoral. A pesar de estar recién separada, atravesando un duelo y enfrentando un futuro incierto, optó por mantenerse en ese país sin conocer a nadie, solo con la firme creencia en su compromiso con su carrera. “Creo que ese fue un acto valiente, porque ya tenía una carrera exitosa, pero me quedé allí, sola, viviendo de los ahorros que había tenido”, relata.
Esa decisión, tomada en solitario, fue el inicio de un camino que ha recorrido Margarita Rosa de Francisco a lo largo de su vida: el camino hacia la independencia emocional, la autocomprensión y el reconocimiento de su propia vulnerabilidad.
