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La manera como Claudia Sheinbaum ha timoneado el difícil momento de las relaciones entre México y Estados Unidos es ejemplo de cómo deben manejarse los conflictos y, sobre todo, de cómo debe lidiarse con Trump.
En tono calmado pero firme, sin usar adjetivos ni lenguaje vociferante o desafiante, Sheinbaum desmontó las acusaciones que llevaron a Trump a anunciar que les impondría un arancel del 25 % a los productos que México exporta a los Estados Unidos. Primero el viernes, en una de sus alocuciones, dijo lo siguiente: 1. Que el aumento de los aranceles tendría efectos muy graves para la economía de Estados Unidos, pues elevaría mucho los costos. 2. Que si quieren actuar contra el uso de drogas, combatan la venta de estupefacientes en las calles de sus principales ciudades, detengan a los grupos delictivos estadounidenses, investiguen el lavado de dinero en Estados Unidos y paren la venta del fentanilo y otras drogas. 3. Que “la epidemia de opioides sintéticos en Estados Unidos tiene su origen en la prescripción indiscriminada de medicamentos de este tipo” y que “la droga que causó la crisis de consumo de opioides sintéticos la siguen vendiendo en sus farmacias con autorización oficial”. 4. Que es irresponsable acusar al gobierno de México de tener vínculos con la delincuencia organizada. 4. Que si existe tal alianza es en las armerías de Estados Unidos, pues según su Departamento de Justicia, 74 % de las armas que usa la delincuencia organizada en México proviene en forma ilegal de la industria militar norteamericana. 5. Que en cuatro meses, México ha decomisado 40 toneladas de droga, 20 millones de dosis de fentanilo y ha detenido a más de diez mil personas vinculadas a esos grupos. 6. Que México no quiere confrontación y que, si Estados Unidos desea combatir conjuntamente a los grupos delictivos, deben trabajar bajo los principios de responsabilidad compartida, confianza mutua, colaboración y, sobre todo, respeto a la soberanía, que no es negociable. “Coordinación sí, subordinación no”, dijo Sheinbaum. Y agregó: “para ello le propuse al presidente Trump que establezcamos una mesa de trabajo con nuestros mejores equipos, los de seguridad y los de salud pública. No es con imposición de los aranceles como se resuelven los problemas, sino hablando y dialogando como lo hicimos (…) con el Departamento de Estado para atender el fenómeno de la migración”.
Más tarde, la presidenta buscó conversar con Trump. Mientras esperaba el o, dijo que, si no obtenía respuesta a sus planteamientos, México pondría en marcha su plan B. Entonces le informaron que Trump la llamaría el lunes a las ocho de la mañana.
Y así fue. Durante más de media hora, Claudia Sheinbaum sostuvo una charla con Trump que fue descrita por él como “muy amistosa”. Y llegaron al siguiente acuerdo: que México enviaría diez mil soldados a la frontera para ayudar a detener el tráfico de fentanilo y la inmigración ilegal, y que se suspendería por un mes la imposición de aranceles a los productos mexicanos mientras se adelantan negociaciones entre los equipos de alto nivel de Estados Unidos y México.
Y en un trino Trump concluyó: “Espero participar en esas negociaciones con la presidenta Sheinbaum, pues aspiramos a llegar a un acuerdo entre los dos países”.
Qué distinto ese lenguaje al tono amenazante que antes había usado Trump. La claridad, firmeza y buenas maneras de Claudia parecen haber puesto al temible Donald en el camino de la sensatez y la negociación.
Hay mucho que aprenderle a esta mujer.
