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En estos días se ha mencionado la figura del místico ruso Gregorio Rasputín, el poder detrás del trono de los zares, y quien influyó en el desprestigio de la corona, abriendo así paso a la revolución que acabó con el gobierno zarista. De hecho, aunque llegó a ser el hombre más poderoso de Rusia, hay historiadores que creen que la siniestra reputación de este místico e intrigante contribuyó a acabar con la dinastía de los Romanov y al respaldo del pueblo a la revolución rusa.
Rasputín comenzó su carrera en una pequeña villa siberiana como miembro de una secta religiosa que afirmaba que la redención se lograba a través de la práctica indiscriminada del sexo, teoría que evidentemente ayudaba a conseguir prosélitos. Pronto él estaba predicando esas lecciones por toda Rusia, donde las ingenuas campesinas confundían la excitación sexual con el fervor religioso y así la fama de Rasputín fue creciendo hasta el punto de llegar a oídos de los zares, que lo contrataron para ver si podía curar a un hijo hemofílico, es decir sin coagulación normal de la sangre. Rasputín logró calmar sus dolores, aparentemente por medio del hipnotismo, y eso ayudó a que se incorporara a la corte del zar Nicolás y su esposa Alejandra, sobre quienes ejerció tanta influencia que ellos comenzaron a consultarlo antes de tomar cualquier decisión, incluso en asuntos de estado. Así, el poderío de Rasputín creció y él se convirtió gracias a su relación sobre el zar en el hombre más poderoso de Rusia. Lo aprovechó para combinar su curioso método de religión sexual con la venta descarada de influencias, hasta el punto que los cortesanos decidieron que debían eliminarlo, ya que se había convertido en un peligro evidente.
Uno de ellos, el príncipe Yusupov lo invitó a una reunión en su palacio en San Petersburgo con el pretexto que allí encontraría a la bella esposa de un noble que estaba interesada en él. Cuando llegó, le ofrecieron una torta rellena de cianuro acompañada de un vino envenenado, pero ninguno causó efecto sobre Rasputín, quien siguió comiendo y bebiendo, y entonces Yusupov sacó una pistola y le disparó varios balazos. Tampoco estos lograron matarlo. Rasputín se abalanzó sobre sus anfitriones, quienes lo apuñalaron, lo envolvieron en una manta y lo echaron al río Neva, que pasaba al pie del Palacio Yusupov. Cuando lo arrojaron a las aguas, todavía Rasputín emergió varias veces antes de ahogarse definitivamente.
Rasputín es el protagonista de varias películas y de obras de teatro y su figura legendaria ha hecho que se le cite cada vez que se habla de figuras detrás del trono gobernante.
