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Georges Bizet murió hace 150 años en estos días y es triste recordar que al morir, pocos meses después del estreno de su gran ópera “Carmen”, creyó que ella había fracasado y no pudo adivinar que en el futuro ella sería una de las obras líricas más populares de todo el repertorio, con cientos de representaciones en todo el mundo cada año. Pero la razón de la indiferencia inicial hacia esa obra estrenada en el Teatro de la Ópera Cómica de París es que ella fue representada en el lugar equivocado. El público de esa casa era de pequeños burgueses que al enfrentarse a una ópera donde la protagonista – una predecesora de los derechos femeninos – buscaba ser libre en todo lo que hacía y no encadenarse a nadie y eso chocaba con los conceptos morales de esa audiencia. El rechazo, por tanto, no fue por motivos musicales, sino por una falsa moral que no aceptaba una mujer liberada. Además, según un comentarista de la época, la gente respetable no iba a aceptar y “huiría de una ópera donde los protagonistas eran ladrones, cigarreras y gitanas”
Sin embargo, “Carmen” no fue el único fracaso que tuvo Bizet en su vida, ya que prácticamente todas sus obras fueron rechazadas y solo la música que compuso para “La arlesiana” de Daudet tuvo cierta vigencia durante su vida, pero sus otras obras, entre ellas varias óperas fueron igualmente criticadas negativamente. Eso a pesar de que Bizet desde temprana edad se mostró como músico talentoso, ganador del Premio Roma, pero que no fue aceptado por audiencias acostumbradas a los excesos de la Gran Ópera de Meyerbeer y Halevy. Por eso se tuvo que dedicar a oficios menores como arreglar para piano la música de otros maestros e incluso ser apuntador de las operetas de Offenbach. Se cumplía la paradoja de ser respetado, pero sin que sus obras fueran aceptadas. Quizá por eso, no extrañó, así le haya dolido, el fracaso de “Carmen”.
Ella originalmente fue concebida como ópera cómica, donde el apelativo no se refería a que tuviera visos humorísticos, sino que se trataba de una obra en que el canto alternaba con espacios hablados, como una opereta o una zarzuela. Lo que a la larga la salvó fue que un músico de apellido Guiraud, la convirtió en gran ópera, reemplazando las partes habladas por recitativos y eso permitió que accediera a muchas salas líricas del mundo, donde inmediatamente se convirtió en el éxito que París negó a Bizet. Hoy día se ha vuelto al concepto original y las partes habladas se han restaurado.
La posteridad ha colocado a Bizet entre los grandes compositores y aunque prácticamente “Carmen” es lo más representado de él, muchas de sus otras obras poco a poco se han ido incorporando al repertorio y en este sesquicentenario de su muerte, la popularidad de Bizet es indiscutible.
