Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Al cine lo llaman el séptimo arte y es frecuente que muchos se pregunten por qué lo llaman así y cuáles son las otras seis artes, que hacen que el cinematográfico ocupe ese puesto. Hace tiempo en la difunta sección de Preguntas y Respuestas se contestó esa pregunta, ya que curiosamente era una de las que llegaba con más frecuencia. Por eso vale la pena revivir lo que se contestó en ese entonces.
Para los antiguos las artes estaban formadas por el quadrivium, las artes del conocimiento, que para ellos eran la música, la aritmética, la geografía y la astronomía, y por el trívium, el camino al aprendizaje, que eran la gramática, la retórica y la lógica. Pero en el siglo XIX, cuando comenzó a formarse el concepto del artista (antes músicos, pintores y similares eran artesanos y así consideraron, por ejemplo, a Haydn y a Velásquez) Ruskin declaró que trívium y quadrivium no eran artes y él hizo su lista propia. Lo malo es que redujo las artes a seis, que fueron música, pintura, literatura, teatro, escultura y arquitectura. Ruskin era crítico de suficiente influencia como para que su propuesta de lo que eran las artes fuera acogida y por mucho tiempo en los cursos de estética las seis mencionadas por él eran las artes, ya que astronomía o aritmética no eran exactamente cuestiones estéticas. Así hubiera quedado, pero entonces nació el cine. Cuando se vio que el cine, más que puro entretenimiento, era también algo artístico, porque expresaba y transmitía, un poeta italiano llamado Ricardo Canudo, en el año de 1911 (o sea en los mismos albores del cine) propuso declararlo como séptimo arte y así quedó.
Resultó, sin embargo, ser un arte peculiar, ya que necesitaba de la colaboración de numerosas personas y además tuvo de diferente con las otras, que se transformó en una gigante industria de bases económicas impresionantes y además un medio que como pocos permite influir en nuestro espíritu y en la mentalidad de la gente o sea que es un arte de influencia incomparable. Claro que igual que como en las otras, hay obras maestras y hay mamarrachos, pero el valor estético de una gran película nadie lo discute.
Quién sabe que inventen después para agregar a estas siete, pero por ahora las artes solo llegan a ese número y aparentemente quedará así por largo tiempo.
