¡Dejar a Nicolás Maduro en Marte!

Ante la evidencia de un fraude electoral en Venezuela han sido múltiples las denuncias a nivel internacional contra el régimen. Dentro de este amplio abanico de acusaciones, Maduro ha escogido a sus contradictores buscando distraer a la opinión pública internacional. Un ejemplo: invitar a Elon Musk a una pelea, quien ha aceptado el reto. De ganar Musk, Maduro debe abandonar el poder, y si pierde, debe llevar a Maduro en su cohete a Marte. Una clara pantomima de la dictadura.

Los aparentes errores de dicción de “Maburro” como “un milímetro de segundo”, “la multiplicación de los penes (peces) y los panes”, “delfines y delfinas”, “liceos y liceas”, “Elon Musk por Elon Mosco”, emular palabras en inglés, etc., son una estrategia cuidadosa de mercadeo político planeada para banalizar las graves violaciones de derechos humanos e invisibilizar las investigaciones periodísticas que evidencian la realidad venezolana.

Complementa esa acción con dar albergue a grupos terroristas e insurgentes, armar colectivos afines, vigilar la ciudadana a través de las misiones, construir prisiones para detener a más presos políticos o cerrar delegaciones diplomáticas de los países que piden ingenuamente actos democráticos al régimen venezolano.

Mientras tanto avanza la expoliación de los enormes recursos naturales del país con el fin de mantener los excesos de la dictadura y su séquito, cooptar a las autoridades gubernamentales y supeditar mediante el cogobierno a las fuerzas armadas. Por tanto, no son de extrañar las felicitaciones de sus acreedores o beneficiarios: Rusia, China, Irán, Cuba, Nicaragua, Bolivia… Así como, la abstención en la OEA de 11 países que han impedido la verificación internacional de los resultados electorales.

Desafortunadamente, las necesidades de los más vulnerables en Venezuela seguirán siendo medianamente resueltas por las remesas que envía gran parte de su diáspora, ocho millones de personas que han tenido que huir de su país en 25 años de chavismo, periodo en el que se ha enquistado la dictadura gracias al aislamiento internacional, sanciones multilaterales que solo han conducido a una crisis humanitaria intermitente que promoverá una nueva emigración, la de los familiares que no han podido salir: niñez, adultos mayores y los que esperaban ilusionados el cambio.

Nada beneficia más a las dictaduras que las sanciones inocuas, el exilio, la caricaturización de sus líderes, olvidar sus crímenes, aislarlas internacionalmente, crear clubes de autocracias o dilatar negociaciones que las legitime en el tiempo.

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