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Benedetti: La estrategia del presidente

Columnista invitada: Luisa Díaz
01 de marzo de 2025 - 08:00 p. m.
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El presidente parece desconectado de los temas sensibles, urgentes y críticos del país. Con lo único que está conectado es con la elección del 26. Así se evidenció en el pasado Consejo de Ministros que posteriormente se argumentó desde sus huestes como “un ejercicio de transparencia”, tratando de justificar semejante desastre. La crisis del Catatumbo, no estuvo en la agenda del día, a pesar de nuestros 80.000 desplazados. Y digo “nuestros” porque nos debe doler a todos.

El Consejo de Ministros se destacó porque Gustavo Petro quería dejar claro que “el presidente quiere, pero el Gobierno no”, es decir, como Pilatos, se lavó las manos ante la opinión pública. No le importó desligarse de la izquierda, de donde es su origen ideológico, no le importó dilapidar nombres que no tuvieron otra opción que renunciar por mínima dignidad, así después algunos fueran “reubicados” para calmar las aguas ante la prensa, como el vergonzoso caso de Susana Muhamad, que, al escucharla, pareciera una funcionaria seria y coherente con su ideología, pero que terminó demostrando con sus actos que está dispuesta a dejar sus convicciones políticas por un cargo más.

Esto no es un tema de derecha o izquierda o de Uribe y Petro, es un asunto de profundo análisis, porque somos los colombianos de a pie quienes recibimos sin consideración la improvisación, las malas decisiones y las venganzas personales de los políticos de turno. Ser presidente es una dignidad, pero solo lo entienden quienes tienen “vocación de servicio” y, salvo pocas excepciones, los políticos no tienen vocación, tienen ambición.

Ser servidor público requiere entrega, sacrificio, ponderación y tener la capacidad de alejarse de la ideología por un bien mayor. Esas cualidades no las tiene Gustavo Petro. Sus alocuciones en horario triple A, “accidentalmente” mostrando banderas de “Petro Presidente 2026 -2030”, son solo actos velados de campaña. No tenemos Presidente, tenemos candidato.

El presidente fue estratégico en el Consejo de Ministros, logró renuncias clave. Ahora, a través de Benedetti, entregará estos cargos a los partidos, y los nuevos funcionarios venderán el futuro del país como un plato de lentejas a cambio de cuotas políticas. Así ha venido sucediendo después de las renuncias. Ahora, se abrirá paso a la corrupción con la entrega de sendos contratos al sector privado (también corrupto) que financia por debajo de la mesa estas operaciones y, de paso, se aceitará la maquinaria en las regiones que aseguren los votos necesarios para el proyecto político que hoy nos gobierna.

El presidente está dispuesto a pagar el costo con la izquierda y con la centro izquierda, si Benedetti hace lo que sabe hacer, convocar, disuadir y asegurar una coalición robusta para el 26.

Gustavo Petro tiene claro que cuenta con el 30 % del electorado, que es su techo, así que necesita aliados sin importar su pulcritud que aumenten ese porcentaje, por eso tiene a Benedetti. Él sabe cómo, con quién y cuánto.

Fue interesante ver que Benedetti mantuvo silencio y mirada baja como si pesara sobre él algún rezago de vergüenza; por supuesto, este sentimiento le es esquivo, porque si lo sintiera se habría alejado del ejercicio político y se habría dedicado a sanar sus adicciones ya reconocidas por él mismo, que no son un defecto, sino una enfermedad.

No necesitó defenderse porque tenía a Gustavo Petro como su lacayo, que lo protegió argumentando “que era loco y que los locos hacían revoluciones”. En realidad, sabía que era el costo que tenía que pagar por su silencio y para quedarse con el poder que ahora tiene para negociar con los partidos la próxima elección. Toda una estrategia.

Al final de este cuatrienio (esperamos que no sea más), nos dirán con el país en ruinas como en la Estrategia del Caracol, clásico del cine colombiano; “aquí tienen su hijueputa país”.

La ñapa1: No entiendo por qué Gustavo Petro habla de sí mismo como “el presidente”, como cuando irrumpió en televisión nacional, en el momento en el que Gustavo Bolívar confrontó a Laura Sarabia. Parece un acto de narcisismo extremo según la psiquiatría, al decir de él mismo “el presidente está hablando”. ¿Aún no lo cree? ¿No ha asumido el cargo? ¿Necesita recordarlo y recordárselo a otros? Por favor que alguien le cuente que ya no es opositor.

La ñapa 2: Lo de que los guerrilleros se curaban porque recibían amor de las “guerrilleras bonitas”, lo dejamos para otra columna. No sé si reír o llorar y, sin ser feminista, no sé cómo las mujeres presentes no tuvieron la gallardía de pararse de la mesa.

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Gavilán Primito(44768)04 de marzo de 2025 - 12:33 a. m.
Pésima columna sin argumentos sólidos, pifia de EE, no la vuelvan a invitar por badula-ka.
Gonzalo Alirio García Gómez(2011)02 de marzo de 2025 - 07:44 p. m.
Excelente analisis
Falcon(13720)02 de marzo de 2025 - 10:50 a. m.
Lo que oí fue: "... el Presidente está blando"
Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)02 de marzo de 2025 - 04:31 a. m.
De verdad que es un análisis muy pobre. Mejor inviten a otro más despierto. De uribistas estamos cansados
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