
Durante la pasada campaña presidencial, hubo medios que delimitaron las identidades de los candidatos de formas arbitrarias e injustas. Las portadas que dividían la disputa electoral entre ‘un guerrillero’ y ‘un ingeniero’ fueron uno de los marcos más eficaces para deslegitimar a Petro, reforzando la idea de que su pasado lo hacía, inevitablemente, un criminal. ¿La razón? En Colombia, sobre todo desde las narrativas mediáticas e institucionales, la palabra ‘guerrillero’ evoca crimen, a secas, sin propósito ni ideología. Muy distinto al caso de figuras como Pepe Mujica en Uruguay, donde su trayectoria insurgente en los Tupamaros no...
