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Con el seminario internacional “Cetic.br 20 años – Datos y Análisis para un Futuro Digital Inclusivo”, realizado en São Paulo esta semana, el Centro Regional de Estudios para el Desarrollo de la Sociedad de la Información (Cetic.br) celebró dos décadas de existencia. Además de ir a un evento conmemorativo, como parte del Consejo Asesor de este organismo, asistí a un espacio en el que pude confirmar el rol estratégico de la entidad en la construcción de políticas públicas digitales basadas en evidencia, con foco en inclusión, equidad y derechos.
El seminario reunió autoridades gubernamentales, organismos internacionales, academia, sector privado y sociedad civil que celebraba este hito, mientras se asoma una amenaza seria a esta entidad. Hay una iniciativa legislativa que propone que Anatel, el regulador de telecomunicaciones de Brasil (equivalente a la CRC en Colombia), asuma funciones clave del Comité Gestor da Internet no Brasil (CGI.br), como la gestión de nombres de dominio y la coordinación general de la gobernanza de internet. En la práctica, esto significaría subordinar al CGI.br, y por ende al Cetic.br -que está bajo su coordinación-, a un modelo estatal vertical que rompería con el enfoque multiactor que es un referente mundial.
El sistema institucional brasileño, construido hace más de dos décadas en torno al CGI.br, es financiado con recursos de la istración del dominio .br y reúne de forma única a todos los sectores para debatir y proyectar la agenda digital del país. Este modelo —pionero y aún no replicado a nivel global— ha permitido que el Cetic.br florezca como un centro técnico con autoridad, legitimidad y proyección regional. Su influencia se amplió desde su designación como Centro de Categoría 2 por la UNESCO -son instituciones que, aunque no están formalmente en la estructura de la UNESCO, trabajan con ella para contribuir a la implementación de sus programas y objetivos estratégicos en un área específica del conocimiento-. Adicionalmente Cetic.br ha demostrado su compromiso con estándares internacionales (como los de la UIT o la OCDE). Todo esto lo ha posicionado por encima de otros centros similares y le da proyección internacional.
Lo que distingue al Cetic.br no es solo la calidad técnica de sus datos, sino su enfoque. Produce estudios periódicos que priorizan la inclusión digital, la equidad y los derechos humanos. Este modelo trasciende los típicos indicadores de o infraestructura y alimenta de forma directa los debates de política pública. Para la sociedad civil son insumos invaluables: nos permiten participar en la discusión digital con argumentos sólidos y centrados en las personas, produce estadísticas públicas confiables para orientar políticas digitales inclusivas, no solo en Brasil, sino que es referente para América Latina.
Frente a este panorama, la propuesta de ley resulta alarmante. Aunque no menciona explícitamente al Cetic.br, la subordinación del CGI.br, y por tanto del centro a Anatel, pondría en riesgo su autonomía técnica, su rol como articulador entre sectores, y su impacto regional y global. Convertir al CGI.br en un órgano meramente operativo bajo supervisión estatal sería una estocada al corazón del modelo multiactor brasileño, justamente cuando el mundo necesita más ejemplos de gobernanza democrática de internet.
Este debate revela dos posturas: por un lado, quienes defienden el modelo actual como pionero, eficaz, estable e innovador; por otro, quienes creen que el Estado debe asumir un rol centralizado y fortalecer el rol de Anatel. Pero reducir la gobernanza de internet a una función reguladora es desconocer su complejidad social, política y tecnológica. Gobernar internet no es lo mismo que regular redes: requiere abrir espacios de deliberación y garantizar que voces diversas —incluidas las de la sociedad civil, academia y comunidades— estén en la mesa de decisiones.
Estas mismas dos posturas están en tensión a nivel internacional. Se perciben en el proceso de WSIS+20 (la evaluación a 20 años de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información), allí hay quienes quieren retomar modelos más centralizados como el multilateral, frente al de múltiples partes interesadas que se desarrolló para los temas de gobernanza de internet. De cara a discusiones como la de WSIS+20, ¿cuál será la posición país de Colombia? ¿Qué ha pasado con la mesa colombiana de gobernanza? Porque si un referente como el brasileño se pierde, estos espacios se compromenten, es cuestión de tiempo para que el debate nos llegue y espero que no pase de agache.
Después de participar en la celebración por los logros del Cetic.br, no puedo más que expresar desde la distancia preocupación por su futuro. Espero sinceramente que Brasil preserve este modelo ejemplar, y que podamos seguir celebrando, por muchos años más, el trabajo de un centro que ha sabido demostrar que los datos pueden y deben estar al servicio de una internet más justa, democrática e inclusiva.
