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El metro: una oportunidad para recuperar la cultura ciudadana

Blanca Inés Durán
10 de abril de 2025 - 05:05 a. m.
“El Distrito debe preparase desde ya para que el metro sea un sitio seguro para todos”: Blanca Inés Durán.
“El Distrito debe preparase desde ya para que el metro sea un sitio seguro para todos”: Blanca Inés Durán.
Foto: Empresa Metro de Bogotá
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En medio del pesimismo capitalino, el metro es de las pocas cosas que nos hace sentir esperanzados. Pero, ¿qué pasa si usamos el Metro igual que Transmilenio?

Si todo sale como está planeado, el metro de Bogotá estará rodando en marzo de 2028, y hasta el momento no hay ninguna razón para pensar que esto no sucederá. La obra va bien y los avances se ven en los cerca de 25 kilómetros que atraviesan varias localidades de la ciudad.

No obstante, existen preocupaciones por cómo será su funcionamiento cotidiano. ¿Vamos a usarlo de la misma manera que el Transmilenio o los buses del SITP? ¿Se llenará de comercio informal? ¿Las bandas de cosquilleo tendrán un nuevo espacio para “trabajar” mientras la autoridad les pide a los ciudadanos que no den papaya?

Hoy, a sólo tres años de su inauguración, deberíamos anticiparnos a los problemas que tiene el transporte público hoy para evitar que se reproduzcan en este nuevo medio de transporte que la ciudad ha esperado durante décadas y que por fin se está haciendo realidad.

Recuerdo cuando Transmilenio inició operaciones en la troncal de la Caracas y la Calle 80, allá por el año 1999. Fueron unos cuantos meses (tal vez sólo semanas) de hacer fila, de pagar el tiquete, de ceder asientos, de no bloquear las puertas ni robarse los extintores. La dicha duró poco, porque muy rápidamente varias personas se dieron cuenta de que podían pasear en los alimentadores sin pagar, abrir las puertas de las estaciones con las manos o saltarse el torniquete, y con los tumultos llegaron las bandas de cosquilleo de billeteras, celulares y cualquier otra cosa que pueda ser un botín.

En 2007, Javier Pulido les llamó la atención a dos personas por orinarse dentro de la estación de la 170 y su reclamo le costó la vida. Por eso, los temas de convivencia y seguridad no pueden dejarse a responsabilidad de los ciudadanos, sino que el Distrito debe preparase desde ya para que el metro sea un sitio seguro para todos.

Es importante reconocer que el mal comportamiento en el transporte público no es un problema exclusivo de Bogotá. La basura, los colados, la inseguridad, la violencia, el acoso, las ventas ambulantes y tantas otras cosas más lo padecen también Nueva York, Ciudad de México, París, Buenos Aires o Londres. Sin embargo, también existen ejemplos inspiradores. Pascual Gaviria recuerda en su columna de la semana pasada que el metro se inauguró (después de varios años de que la obra estuvo quieta) en pleno Medellín de los años noventa. La violencia de los carteles aún estaba fresca, la cultura del sicariato en los barrios. Gaviria recuerda que “la campaña comenzó siete años antes de que rodara el primer vagón del Metro. Se llevó hasta 450 mil estudiantes en los colegios, a las Juntas de Acción Comunal, a las empresas y las universidades: ‘El metro soy yo’ fue la frase escogida para el inicio. Y comenzó el culto que hoy conocemos como la ‘Cultura metro’”.

Sería ingenuo pensar que sólo con campañas de educación se podrán resolver todos los problemas de Transmilenio que podrían ocurrir en el Metro. Desde ya hay que anticipar cómo se controlarán los colados, a qué acuerdos se llegarán con los vendedores ambulantes (en un país donde el empleo informal supera el 50 %, la prohibición no es una opción), qué tecnologías se implementarán para controlar a las bandas expertas de ladrones y tantas otras cosas más, para evitar esa sensación de desmadre al que, desafortunadamente, ya nos acostumbramos y normalizamos en Transmilenio.

También es importante recordar que los cambios comportamentales que se han dado en la ciudad se han logrado vía educación, no vía represión. El respeto de la cebra y del peatón, no tomar y manejar, usar el cinturón de seguridad y muchas más prácticas que estaban arraigadas en la cultura bogotana fueron cambiando de manera paulatina a través de la educación, y esos cambios de comportamiento salvaron miles de vidas.

Las últimas istraciones han dejado atrás las campañas de educación, y vemos día a día cómo volvemos a esas prácticas en las que habíamos logrado pequeños pero significativos avances. En esto aún tenemos tiempo para prepararnos y actuar, para tener una victoria que necesitamos para sentirnos más positivos y esperanzados en la capital.

Blanca Inés Durán

Por Blanca Inés Durán

Bogotanóloga, ingeniera industrial y gestora pública.
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Néstor Daniel Sanchez Londoño(26954)09 de mayo de 2025 - 02:47 a. m.
Muy importante reconocer que los cambios no se logran subiendo o bajando una palanca, se trata de acciones educativas que requieren tiempos y espacios, creatividad, ingenio y mucha constancia. Recomiendo leer: https://www.las2orillas.co/el-metro-de-medellin-ese-orgullo-antioqueno-que-resulto-siendo-una-completa-farsa/ Seguro brinda pistas para trazar horizontes
Uriel aguilar alavrez(nm8qj)11 de abril de 2025 - 04:11 a. m.
totalmente de acuerdo
Uriel aguilar alavrez(nm8qj)11 de abril de 2025 - 04:11 a. m.
totalmente de acuerdo
Carlosé Mejía(19865)11 de abril de 2025 - 03:43 a. m.
Comparto las inquietudes y sugerencias de la columnista pero no creo en la educación como único factor para lograr disciplina dentro del futuro metro bogotano. Se requieren barreras físicas imposibles de franquear para que los "colados" y ambulantes no osen siquiera entrar al sistema. Y, claro, que la policía sirva de algo...
Alberto Rincón Cerón(3788)11 de abril de 2025 - 12:40 a. m.
De acuerdo.
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