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La istración del presidente Donald Trump está ultimando detalles para aceptar un regalo inusual y sin precedentes: un avión presidencial de lujo, cortesía del gobierno de Catar.
Se trata de un Boeing 747-8 configurado con comodidades propias de una realeza, que se utilizaría como Air Force One temporalmente y, posteriormente, pasaría a formar parte del patrimonio de la futura biblioteca presidencial de Trump.
Según fuentes citadas por ABC News, el anuncio formal se haría durante la visita oficial de Trump a Catar, programada para la próxima semana.
El avión, descrito como un “palacio en el cielo”, fue visto por el mandatario en febrero, durante una parada técnica en el Aeropuerto Internacional de West Palm Beach. Tiene trece años de antigüedad, pero fue renovado con tecnología de punta y lujos dignos de una familia real.
¿Cómo es el avión?
El Boeing 747-8 es uno de los aviones comerciales más grandes y avanzados del mundo. Con una longitud de casi 77 metros, es el modelo más largo de la familia 747 y puede transportar hasta 467 pasajeros en configuración estándar.
En su versión VIP, como la que posee la familia real de Catar, se transforma en un palacio volador, con salas de reuniones, dormitorios, baños de lujo, sistemas de entretenimiento de última generación y acabados en materiales nobles como mármol y oro. Su autonomía supera los 14.000 km, lo que permite vuelos intercontinentales sin escalas.
El regalo más caro que haya recibido un presidente
Los regalos entre Estados son parte de una práctica protocolaria. Pueden ser expresiones de respeto, gestos de buena voluntad o instrumentos simbólicos para fortalecer relaciones bilaterales.
El rey Abdalá de Arabia Saudita le regaló al presidente George W. Bush joyas valoradas en más de US$85.000, que fueron entregadas al gobierno federal. China, por otro lado, obsequió a Bill Clinton una estatua de bronce de un caballo, también destinada a los Archivos Nacionales.
Sin embargo, este gesto diplomático promete ser más polémico, pues se convertiría en el regalo más costoso que haya recibido un presidente. Un Boeing 747-8 nuevo puede costar más de US$400 millones.
Por otro lado, esta no es una pieza simbólica como una espada, una joya o una obra de arte. Se usaría como Air Force One, aunque temporalmente hasta enero de 2029.
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¿Qué se hace con los regalos para los presidentes?
En democracias como la de Estados Unidos, existen límites estrictos sobre qué tipo de regalos pueden aceptarse y en qué condiciones. Normalmente, los obsequios diplomáticos recibidos por presidentes se registran oficialmente y pasan a formar parte de los Archivos Nacionales o museos, no al patrimonio personal del mandatario.
Además, la Cláusula de Emolumentos de la Constitución prohíbe que funcionarios federales acepten regalos, pagos u honores de gobiernos extranjeros sin aprobación del Congreso.
Si exceden cierto valor (el tope es de US$480 aproximadamente), deben ser reportados y, generalmente, entregados al gobierno. Los presidentes pueden comprarlos a título personal por su valor estimado, si desean conservarlos.
El nuevo avión de Trump
Fuentes dentro de la Casa Blanca afirman que se ha elaborado un marco legal detallado para evitar conflictos éticos o violaciones constitucionales.
La operación fue revisada por abogados del Departamento de Justicia y del asesor legal de la Casa Blanca, quienes concluyeron que el Pentágono puede aceptar el avión como donación, siempre y cuando se establezca que su uso oficial será temporal y que, antes de finalizar el mandato de Trump, la aeronave pase a ser propiedad de su fundación.
Este diseño legal busca evitar la infracción de la cláusula de emolumentos de la Constitución de Estados Unidos, que prohíbe a funcionarios públicos recibir regalos de gobiernos extranjeros sin la aprobación del Congreso. También intenta anticiparse a cualquier acusación de soborno u otro conflicto de intereses.
Según fuentes cercanas al proceso, la fiscal general Pam Bondi y el abogado principal de Trump, David Warrington, firmaron memorandos concluyendo que la transacción sería “legalmente permisible” bajo esas condiciones.
Sin embargo, esta nueva donación intensifica el escrutinio internacional y doméstico, temiendo que sea un favor diplomático con retribución futura. Durante su primer mandato, ya se había cuestionado la cercanía de Trump con el emirato.
Ni la Casa Blanca ni el Departamento de Justicia han emitido comentarios oficiales al respecto. Tampoco lo ha hecho la embajada de Catar en Washington.
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