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La pelea entre la Universidad de Harvard y el gobierno de Donald Trump sigue en aumento. El martes, las agencias federales de Estados Unidos recibieron la orden de identificar cualquier contrato con la institución y, si pueden, “cancelarlos o redirigidos a otro lugar” de inmediato. El presidente estadounidense dice que “al final, ganará” su pulso con Harvard, pero, ¿de qué trata toda esta pelea?
Estas son cinco claves para entender la pelea entre Donald Trump y Harvard.
¿Por qué está peleando Trump con Harvard?
Trump acusa a Harvard, sin pruebas de peso, de ser un bastión del antisemitismo, de promover las ideas de izquierda radicales y de tener vínculos con el Partido Comunista Chino. ¿Es un bastión radical antisemita?
No hay pruebas de que Harvard sea institucionalmente antisemita. Lo que pasa es que se han presentado protestas propalestinas en el campus de la universidad o decisiones internas sobre libertad de expresión o diversidad.
Trump ha tomado dichas acciones y eventos a su favor para elevar su discurso político: los presenta al público como ideas radicales e incendiarias, cuando en realidad los estudiantes solo se está ejerciendo el mismo derecho a la libertad de expresión que él dice defender. Han protestado contra el gobierno de Israel y sus acciones, no contra los judíos como tal.
El republicano necesita presentarle al público al otro como enemigo. Por eso, sostiene que hay que luchar contra la llamada “élite liberal” que representan estas universidades. De fondo, hay también una intención política de Trump.
Harvard rechaza cualquier forma de odio, incluido el antisemitismo.
Ahora, Harvard, dentro de todas las otras universidades con las que Trump pelea, se ha convertido en el blanco favorito por su simbolismo como bastión del pensamiento progresista: es la más prestigiosa y poderosa. Pero la pelea se extiende a otras universidades como Columbia.
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¿Qué le pide Trump a Harvard?
Lo que quiere es que se le permita al gobierno supervise las isiones y contrataciones. El gobierno de Trump quiere controlar quién entra y quién trabaja en Harvard. A través del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), exige que la universidad entregue información detallada sobre sus estudiantes extranjeros y las personas contratadas en su campus. Esto incluye grabaciones en video y audio para identificar a quienes participaron en protestas.
La istración también quiere que Harvard permita una supervisión directa de sus procesos de isión y contratación, lo que ha sido interpretado por críticos como un ataque a la autonomía universitaria.
¿Es legal lo que está haciendo Trump?
Legalmente, el gobierno federal sí puede condicionar ciertas ayudas o programas a normas específicas, pero la orden de cancelar contratos federales con Harvard y bloquear la entrada de estudiantes internacionales ha despertado serias dudas constitucionales, especialmente por posibles violaciones a la libertad académica y a la no discriminación.
Aunque el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) tiene la potestad de conceder o negar visados a estudiantes, lo habitual es que esos casos se estudien individualmente. Si se niegan en bloque, como pretende el gobierno, podría considerarse arbitrario y dar pie a demandas legales.
Varias organizaciones civiles ya han advertido que estas medidas podrían ser impugnadas en los tribunales. El gobierno de Trump, sin embargo, defiende que las universidades que reciben fondos federales deben “cumplir con los intereses nacionales”. Y estos, para la istración actual, son los de evitar cualquier influencia china en el país, así como los levantamientos sociales como el de apoyo a Palestina.
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¿Quién sale afectado por la pelea de Trump y Harvard?
Los principales afectados son los estudiantes internacionales, especialmente los del Programa de Intercambio de Estudiantes de Harvard, que ya no podrá aceptar nuevos alumnos del extranjero. Quienes ya están inscritos deben buscar otro lugar para estudiar o corren el riesgo de ser expulsados del país. La institución también se ve golpeada.
- Harvard tiene más de 6.800 estudiantes internacionales, cerca del 27 % de su población estudiantil.
- La matrícula internacional ha crecido casi un 20 % desde 2010, y representa ingresos importantes para la universidad.
- El cambio entraría en vigor para el curso 2025-2026, aunque su impacto podría sentirse desde este mismo verano.
Pero esto ambién afecta al país como tal, y no solo por la generación de empleo que producen las universidades de élite con sus estudiantes del extranjero. Así lo advierte Thomas Gift, profesor asociado de la University College London y docente regular de verano en Harvard, en una columna publicada por The Conversation, quien dice que este escándalo podría dañar la imagen internacional de todo el país.
“Las universidades no son solo motores económicos, son también reflejo de los valores democráticos de Estados Unidos. Atacar a Harvard es golpear uno de los instrumentos más poderosos de soft power (poder blando) que tiene el país”, escribió Gift.
También advierte que limitar el a estudiantes del extranjero podría afectar el prestigio de instituciones como Harvard en los rankings internacionales, y enviar un mensaje negativo sobre la apertura del país al talento global.
¿Tiene Harvard posibilidades de ganarle al Gobierno?
Desde el punto de vista legal, muchos expertos coinciden en que la ley está del lado de Harvard. Ya un juez federal bloqueó temporalmente la orden que prohibía la entrada de estudiantes internacionales, y es probable que la universidad cuente con argumentos sólidos para impugnar las acciones del gobierno en los tribunales. Sin embargo, el problema no es solo jurídico, sino de poder político.
Como explicó The New York Times, incluso frente a una de las instituciones más antiguas del país, la istración Trump tiene las palancas del poder y está usándolas de forma agresiva y creativa. El gobierno ha utilizado herramientas reservadas para cerrar universidades fraudulentas para obstaculizar su funcionamiento y ha retirado una importante cantidad de fondos federales, lo cual afecta directamente su operación.
En palabras del presidente del Consejo Americano de Educación, Ted Mitchell, “esta istración usará cualquier herramienta a su alcance” para presionar a sus enemigos políticos, lo que deja a Harvard, al menos por ahora, en una posición vulnerable.
Ahora, según Michael S. Schmidt, periodista de investigación que ha seguido de cerca el caso para el Times, incluso si Harvard gana en los tribunales, el daño podría estar hecho. La universidad ya se enfrenta a un clima de incertidumbre que podría disuadir a futuros estudiantes internacionales de postularse, además de estar en el radar de investigaciones por parte del Departamento de Justicia y el Departamento de Seguridad Nacional.
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