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El regreso de una víctima más del conflicto es el fin de la búsqueda de toda una familia. Después de más de una década de espera, los restos de Álvaro Alfonso Cerpa Díaz regresaron finalmente a su familia en Montería (Córdoba). La entrega digna se realizó este mes, tras una prolongada investigación humanitaria liderada por la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), con el acompañamiento de la Corporación Humanitaria Reencuentros y el Comité Internacional de la Cruz Roja.
La historia de Cerpa Díaz es una entre miles de desapariciones forzadas relacionadas con el conflicto armado colombiano. Según estableció la investigación extrajudicial de la UBPD, Álvaro falleció en octubre de 2008 en medio de hostilidades ocurridas en la región de San Juan de Losada, un área de difícil entre los departamentos de Meta y Caquetá. Después de los hechos, su cuerpo fue sepultado en el cementerio municipal de San Vicente del Caguán, en Caquetá, donde permaneció sin ser identificado durante 14 años.
Durante todo este tiempo, su familia emprendió una búsqueda marcada por el temor, la falta de garantías y las limitaciones propias de las zonas rurales afectadas por la violencia. Por miedo a represalias y a ser estigmatizados, muchos esfuerzos no prosperaron. Sin embargo, en 2020, la Corporación Humanitaria Reencuentros presentó una solicitud formal de búsqueda ante la UBPD.
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A partir de ese momento, se desplegó un proceso confidencial de investigación humanitaria y técnica. En 2022, se realizó la primera fase de intervención forense en el cementerio de San Vicente del Caguán, en el marco de una labor coordinada con las autoridades locales.
Durante esta intervención se recuperaron 18 cuerpos, presuntamente de personas desaparecidas durante el conflicto armado en la región. Casi dos años después, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses confirmó que entre ellos se encontraba Álvaro Alfonso Cerpa Díaz.
El hallazgo y posterior identificación permitieron que su familia organizara una ceremonia íntima y solemne en Montería, su ciudad natal, donde por fin pudieron despedirse de él. “Para mí esta entrega digna es cerrar un ciclo y que esos sentimientos de tristeza y pérdida que embargan a mi familia, que se acrecientan por no tener sus restos y un lugar donde visitarlo, es necesario darles un cierre. Es muy importante porque vamos a cerrar un ciclo, vamos a tener la tranquilidad que las personas merecen”, expresó Diana Cerpa, hija de Álvaro, durante el acto.
El reencuentro con los restos también se convirtió en un espacio de memoria. Familiares y amigos compartieron anécdotas de su infancia, su juventud y su papel como líder social. Sus allegados recordaron a Álvaro como un hombre comprometido con su comunidad y solidario con quienes más lo necesitaban.
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En Colombia, la desaparición forzada sigue siendo una herida abierta para miles de hogares. La UBPD estima que hay todavía más de 124.734 personas desaparecidas en el contexto del conflicto.
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