
La primera vez que Marcela Castillo consiguió un trabajo formal, tras haber pagado una pena de tres años y medio de prisión por irse de “mula” a México por insistencia de su expareja, fue cuando ocupó el puesto de auxiliar contable en una empresa de manufactura en Bogotá. “Cuando solo llevaba unos días, mi jefe me dijo que me tenía que dejar manosear. El tipo hasta me llegó a regalar ropa interior, pero yo se la botaba en frente de él. Recuerdo tanto que me decía: ‘Usted tiene que agradecer que yo la contraté. Te tienes que portar bien’. En...
Por Jhoan Sebastian Cote
