
Su abuela le leía poemas de noche y de día escuchaba rap con sus amigos. Disfrutaba a los raperos chilenos de moda; Saico Sur, Calambre y Cuarto Universo. Luego, como a una adolescente consentida, le recitaban poemas surrealistas de Humberto Díaz Casanueva, que era hermano de su abuela.
Al rap lo entendía a la perfección porque hablaba el mismo lenguaje de su generación. De los poemas, oía el resonar de letras y palabras bonitas, del que su significado parecía perdido en las páginas antiquísimas. A los veinte años empezó a hallarle sentido a...
