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¿Cómo obtuvo el papel de Maritza en “Nuevo rico, nuevo pobre”?
El “casting” fue una sorpresa. Un sábado me escribieron para decirme que iba a presentar la audición el martes siguiente para el papel de Maritza. Desde que recibí el libreto sentí una conexión profunda con este personaje y me entregué completamente a estudiarlo. Tenía muy claro lo que iba a presentar, incluso llevé una propuesta de vestuario. Esa es una carta que uno se tiene que jugar. Afortunadamente mi propuesta coincidió exactamente con lo que querían los directivos y los creadores. Cuando terminé el “casting” ya tenía buenas noticias: me dijeron que me querían a mí. Al día siguiente me llamaron para decirme que había quedado seleccionada. Recuerdo que cuando recibí esa noticia estaba en la clínica del Country, y empecé a saltar y a llorar. Estoy segura de que la gente en el lugar pensaba: “Dios mío, ¿qué le pasó? ¿De qué se curó?”. Fue un momento muy bonito, muy bendecido, y todo pasó muy rápido.
¿Cómo se preparó para el personaje?
Como ya estaba escrita pude conocer la historia completa. Agradezco mucho eso, porque los directivos creativos nos pedían que no viéramos la primera versión de la serie. Esa fue una bendición para mí, porque nos evitó hacer una imitación. Esto no es una copia, es una nueva versión basada en el mismo libreto, pero los personajes y todo lo demás son muy diferentes. Crear a Maritza fue un regalo, porque ella es tan divertida, tan determinada, tan colorida. Pude agregarle mucho de lo que intuía de su personalidad, y así quedó. Me divertí mucho leyendo el libreto, pasando por cada escena e interpretándola en el set. Ahora estoy segura de que también la voy a disfrutar mucho al verla.
Ya que mencionó la primera versión de la novela, que resultó ser un éxito, ¿cómo convive con eso? ¿Es una motivación o una presión?
Aunque la serie está escrita de manera similar, cada actriz interpretaría a Maritza de forma distinta. No creo que haya una competencia. El personaje de Rosemary fue maravilloso, pero Maritza es un personaje infinito, por lo que no hay razón para compararlas. Mi papel es demente, pero también muy inspirador. En una rueda de prensa una periodista me dijo: “Todas las mujeres llevamos una Maritza adentro”. Eso es lo que quiero: que, además de su locura, sea una fuente de inspiración y alegría para el público. Esta producción es un momento perfecto para compartir en familia, porque no todas las novelas lo son. Ahora las noches serán mucho más divertidas con “Nuevo rico, nuevo pobre”.
¿Y qué hay de Maritza en usted?
Tengo mucho de Maritza. Soy muy alegre, muy optimista y determinada. Tal vez no tanto a su nivel, pero siempre llevo una parte positiva a donde vaya y le regaló mucha energía a la gente. Lo que sí me diferencia de ella es que Maritza es la voz de lo que todos piensan, pero nadie se atreve a decir. En mi caso, soy mucho más prudente. Esa es nuestra gran diferencia, pero de resto, sí nos parecemos mucho.
¿Hacer comedia tiene su ciencia?
Hacer comedia es una forma muy poderosa de hacer arte, porque te da la libertad de romper normas, de ser deliberado y de hacer reír. Y la risa es terapéutica. ¿Cuántas personas no se refugian en la televisión? ¿Cuántas no esperan llegar a casa por la noche, compartir en familia y ver algo divertido? A mí me parece que hacer comedia es un regalo que la vida le da a uno como actriz y que uno puede ofrecer al público. Desde esa perspectiva, es algo maravilloso.
Hablemos de lo que enfrentó a lo largo del rodaje.
Cada escena con Maritza era un desafío, porque ella es un personaje extremo. Si tenía que pasar un vaso con agua, no lo hacía de manera normal; siempre algo pasaba por mí mente o lo proponía Rodrigo Triana, el director, y la escena se volvía exagerada. Pero en realidad todo el proyecto fue muy bendecido. La grabación fue bastante fácil, a pesar de las exigencias en vestuario y maquillaje. En mi caso, el maquillaje y el peinado tomaban casi dos horas, porque era un personaje muy elaborado, con peinados y tocados coloridos, y un vestuario sexy y ajustado. Recuerdo que en el primer día de grabación con Juan Guilera tenía una blusa tan apretada que, al moverme, se rompió y los botones le cayeron en el ojo a Juan. Fue un momento de risa, pero también de pánico. Rodrigo me dijo que no cortara la escena, porque esos momentos espontáneos dan mucho valor a la grabación.
Además de actriz es madre, ¿cómo fue ejercer ambas labores durante las grabaciones?
Siempre soñé con ser mamá, y tengo la fortuna de tener a Miranda y Juan Martín. Cuando los tuve el mundo se paralizó para mí. Me entregué por completo a mis hijos y me costaba irme a trabajar, pero con el tiempo he aprendido que si mamá está feliz trabajando, eso también hace feliz a la familia. Y aunque me extrañan, en casa tenemos un dicho: “Hay que extrañarnos desde la felicidad”. Me veían tan contenta, que ellos se unieron al viaje. Mi hija, que es muy actriz, pensaba las escenas conmigo y me inspiraba, y mi hijo me grababa. Ha sido una experiencia increíble para la familia. Aunque tuve jornadas largas, siempre conté con mucho apoyo en casa, así que no fue difícil.
¿Cómo fue ese momento en el que su carrera se detuvo?
Nunca he parado de actuar, pero sí siento que hubo un momento, después de tener a mis hijos, en que mi carrera se pausó un poco. Es importante rodearte de personas que confíen en ti, y en ese momento de mi vida sentí que mi equipo de trabajo no me brindaba esa confianza. Después de los cambios en mi vida, especialmente con la llegada de mis hijos, experimenté ese espacio en el que sentí ausencia y desinterés en mi equipo. Hubo momentos en los que incluso hubo voces que me hacían dudar de mí misma, que me hacían pensar que quizá ya había hecho todo lo que tenía que hacer como actriz. Pero en lo más profundo de mi corazón y mi alma, que siempre sabe lo que está bien, intuía que tenía muchas cosas por hacer. Regresé con mi mánager y comencé una reingeniería de mi vida. Hice cambios en mi mentalidad, mis hábitos. Empecé a verme de otra forma, y ahora estoy en un momento divino de mi vida.
¿Su trabajo la ha transformado como madre?
Ser actriz o actor te hace una mejor persona, sin duda, porque agudiza tu sensibilidad hacia el mundo. Tengo una frase: “Soy actriz porque me encanta vivir”, pues la actuación te da la oportunidad de vivir muchas vidas. Por supuesto, no puedo ser abogada, actriz porno, dueña de una pensión y esposa en una sola vida, pero la actuación te ofrece esa posibilidad de ver el mundo de una manera más amplia y generosa. Estoy muy agradecida de ser actriz. Disfruto mucho no solo el hecho de ir a trabajar, sino también la postura que me da para la vida mi labor.
