
Luego del primer lógico silencio, oyó los comentarios iniciales. “La crítica -dijo- se preguntaba malhumorada si de nuevo iban a ponerse acaso de moda los mamotretos en varios tomos. Comparaba mi novela con un camión que patinaba en la arena”. Pasados los días, los meses y las lecturas, los primeros comentarios le dieron paso a otros. Un columnista, Samuel Lublinski, escribió en El diario de Berlín que en mucho tiempo aún se iba a seguir hablando de la novela. En un año se vendieron los 1.500 ejemplares de la primera edición.

Por Fernando Araújo Vélez
