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¿Cómo llegó a la historia de Mary English?
Como escritora, pienso que las historias le llegan a uno: esta me llegó hace 10 años mientras visitaba una exposición de la Biblioteca Británica, en la que sacaron todos los papeles que tenían sobre la independencia de América Latina de España. En ella encontré una pequeña tarjeta con un mechón de cabello de Simón Bolívar, que había sido enviado a esta persona llamada Mary English. Me asombró muchísimo ese hallazgo, y escribí un artículo para un pódcast sobre las mujeres en la independencia, en el que reflexionaba sobre la cabeza de Bolívar y cómo su ADN había llegado hasta allí. Después me puse a investigar sobre esta mujer, nunca había oído hablar de ella, pero tenía un mechón de pelo de Bolívar, que había llegado a ella después de su muerte. Es un memento mori, un recordatorio de un ser querido, y ese era un gesto muy grande en ese momento. Encontré que de Mary English no se sabía nada, ni en Inglaterra ni en Colombia.
¿Qué encontró sobre ella en ese primer momento?
Averiguando, supe que el archivo de Mary había sido recientemente subastado por su familia. Eran dos baúles gigantes que habían llegado a Inglaterra, enviados tras la muerte de Mary, con todos los documentos de su vida y la correspondencia con su hija en Londres. Ese archivo había permanecido oculto en el ático de la familia durante 200 años y, además, revelaban al patriarca de la familia, que se creía que era el esposo de Mary, James English, y es algo de lo que hablo en el libro. Eso no era algo que la familia hubiera querido hacer público hasta este siglo con la subasta. En ese momento la Biblioteca Británica tuvo que conseguir un dinero urgente y pelearlo con las universidades norteamericanas, sobre todo para poder conservar esos documentos. Cuando los vi por primera vez pensé que eran un tesoro, porque ahí se puede ver a una mujer en el siglo XIX escribiendo en primera persona, como testigo presencial y ocular de un momento histórico y que, además, conoció a Bolívar y Santander, y estuvo presente en sus peleas.
¿Qué fue lo que más le sorprendió sobre Mary English?
Tiene que ver con la condición de mujer y la mía de migrante, pues viví en Inglaterra desde los 25, y ahí pasé 40 años trabajando como cineasta y escritora. Hoy me identifico como escritora transnacional, es decir, mis historias siempre están atravesadas por los viajes de los colombianos que hemos migrado o que vivimos entre países y fronteras, y que sentimos el mismo duelo migratorio. Eso le pasa a todo el que se va de su país. Con respecto a Mary, lo que quise fue contar la historia desde el punto de vista de una mujer colombiana que ha ido a Inglaterra. Aunque ella llegó con ciertos privilegios, dejó a su hija y se inventó a sí misma en un lugar que no le era conocido. Fue una mujer muy resiliente, y en ella vi muchas similitudes con aquellas colombianas que salen del país.
¿Qué fue lo más desafiante de contar esa historia?
El comienzo, el final y la decisión de la estructura para la historia. Fue desafiante decidir cuál sería el punto de inicio, podría haber comenzado por su infancia, pero me di cuenta de que no quería contar un relato cronológico. Me valí de dos cartas cortas que escribió, en las que mencionó a su criada Ann, y a partir de ahí creé un personaje para contar la historia a dos voces. En un archivo de esa dimensión hay cientos de cartas y la escritura está en varias direcciones: horizontal, vertical y al traverso, porque el papel era tan escaso, que había que ahorrar y, para leerlas, hay que ponerlas frente a una vela. Quise conseguir el permiso para incluir las cartas, pero no fue posible. Realmente fue difícil transcribir el archivo, pero lo más duro fue leerlo.
También es cineasta, ¿cuáles son las diferencias más grandes que ha encontrado entre hacer cine y escribir una novela?
Escribí guiones por muchos años, pero desafortunadamente el cine es muy costoso. Para una producción cinematográfica son miles de dólares, y es frustrante porque escribir un guion tiene un trabajo tan profundo como el de una obra literaria. En cine es peor, porque no tienes los recursos de las palabras, sino las acciones y a los actores; la forma de contar una historia es muy diferente, porque en el cine se favorece a las imágenes y los sonidos. No tienes que recurrir a tantas descripciones de todo lo que hay que dar en el contexto. Cuando uno escribe una obra narrativa, como una novela histórica, uno no puede extenderse demasiado. Ese es el gran problema de las descripciones detalladas, porque el lector se aburre y el truco está en enganchar al espectador.
Mencionó que como escritora le llegan las historias, pero, ¿qué cree que llama su atención para elegirlas?
Aquí opera una cosa importante para los escritores: la intuición. Creo que el escritor es un médium entre lo que está pasando alrededor de él o ella, lo que se vive desde el subconsciente y lo que se atreve a explorar en él. Creo que no soy tan valiente como Daniel Ángel, quien acaba de publicar un libro sobre los Montes de María. Lo tengo, pero me da miedo leer sobre paramilitares y masacres. Creo que el escritor es valiente en la medida que pone una historia sobre el papel y le propone al lector algo nuevo.
¿Qué otra historia de una mujer como Mary English le gustaría contar en formato de libro?
Mi propia historia, por ejemplo. No la he contado y para mí es importante hacer eso. Es difícil contar un relato desde la narración del “yo”, que no es necesariamente una autobiografía. Me gustaría trabajar con mi propio archivo, tengo muchos diarios que he recopilado durante años en los que está escrito lo que ha sido la vida como persona y como mujer en la migración hacia Reino Unido y, particularmente, Londres. Esas historias no son gratuitas. Leí un artículo sobre Andrea Cote, y el libro sobre su tía Beth, quien vivió en Estados Unidos mientras trabajaba y luego regresó a Colombia a vivir sus últimos años. Eso lo veo en mí y muchas otras personas que migraron. Esas historias son importantes porque son parte del relato de este país.

Por Andrea Jaramillo Caro
