
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Cuénteme la historia de la canción de “Vos podés”.
Mi amistad con Tatiana Franco es de años; incluso antes de “Vos podés” ya compartíamos música. Ella fue manager de un artista con el que yo trabajaba como corista, y ahí conectamos. Un día me llama y me dice que tiene una idea y que vaya a su casa con mi esposo, que también es músico. Cuando llegamos, ella ya tenía una letra y una melodía, y empezamos a ayudarle a canalizar ese mensaje que quería transmitir. Desde el inicio, todos estuvimos muy involucrados porque compartimos el mismo propósito. Los tres nos sentamos a preguntarnos lo que queríamos transmitir con la canción. Sentíamos que “vos podés” ya es una frase muy poderosa, pero desde la producción no queríamos que sonara como una orden o un regaño, sino como ese susurro de aliento que necesitas cuando estás en el fondo, cuando no tienes fuerzas, y alguien te habla con amor y te impulsa a seguir.
Hablemos del papel de la música como un medio de sanación en su vida.
Siento que la voz es como una huella del alma; dice mucho de una persona. En mi caso, ha sido a través de mis canciones que mi voz me ha hablado de mí misma. Participé en un capítulo de Vos podés, donde compartí mi historia como sobreviviente de abuso sexual infantil. Ha sido un camino largo, lleno de secuelas que aparecen muchos años después. Para volver a sentirme segura en mi cuerpo, ha sido fundamental escribir canciones; es como si mi alma me hablara a través de ellas. Curiosamente, el pódcast le dio visibilidad a mi música, y descubrí que esas canciones que nacieron desde lugares muy vulnerables, sin pensar en lo comercial, están conectando y sanando a otras personas, como lo hicieron conmigo. Recibo muchos mensajes de personas que han vivido lo mismo, que me agradecen por lo que sienten al escuchar temas como “Alquimista” o “Feliz”, y eso fortalece mi misión.
¿También la ha ayudado a liberarse de la culpa?
La música también me ha ayudado a liberarme de culpas. Cargar con culpas, sobre todo después de una experiencia de abuso, es algo muy pesado. La música ha sido esa vibración amorosa que cala en lo profundo, que transforma. Al confiar en mi voz y mostrar mi música, también he ido sanando. Cambiar la culpa por responsabilidad ha sido clave. La culpa no sirve para nada bueno, salvo quizás para recordarte que eres empática. Pero luego de reconocer eso, hay que soltarla, decir: “No fue mi culpa. Ya me dolió, pero no soy mi dolor; soy lo que decido hacer con él”. Asumo mi rol en el presente, uso mi voz y actúo desde lo que sí puedo transformar hoy.
Cuando usted compone debe apelar a todo tipo de recuerdo y emoción, ¿cómo ha sido llevarse de nuevo a esos momentos más oscuros o dolorosos?
El dolor es una fuente de sabiduría. Cuando me acerco a él a través de la música, lo comparo con la carta del ermitaño en el tarot, que me gusta mucho. En esa imagen aparece un anciano cubierto con una capa que lo vuelve invisible, sosteniendo una lámpara mientras camina hacia el pasado. Para mí, esa carta representa la sabiduría, la protección de la capa y la luz de la lámpara, que es como la música: una guía que me permite entrar en esos lugares oscuros, no desde la culpa ni la tristeza, sino con la intención de iluminar. Al ponerle voz a lo que hay allí, todo se transforma. Me transformo yo, y también mi realidad.
¿Su música es un vehículo para algún activismo?
Quiero vivir con libertad, sin limitarme ni limitar mi música. Esta experiencia de vida es muy corta, y quiero aprovecharla para sentir todo lo que haya que sentir. Si puedo pensarlo y sentirlo, quiero expresarlo. Que eso sea el eje central de lo que hago: mi verdad, la forma en que vivo y siento. También se trata de igualdad. Durante mucho tiempo no hemos sido tan visibles, pero ahora hay más mujeres con las que podemos identificarnos, y eso es muy poderoso. Me vivo como mujer en plenitud e integro muchas cosas, incluso esa parte oscura de la que hablaba antes. Es importante reconocerla y no rechazarla, porque eso también nutre la creatividad. Estamos cambiando constantemente, y lo que hoy pienso puede transformarse mañana. ¿Por qué no darme la libertad de cambiar también en mi arte? Me muevo desde la verdad, buscando ser lo más honesta posible con lo que hago. Y dentro de esa honestidad está lo que soy: una mujer que vive y siente como tal, y que le da voz a lo femenino.
Quisiera saber sobre su experiencia como artista emergente en Colombia...
Todo ha sido distinto para mí y no hay un solo camino, pero creo que el verdadero camino es creer en ti, en lo que haces y en la posibilidad de materializar tus sueños. Muchas veces el dinero parece un límite, pero también lo es la mente. Hoy hay muchas formas de sacar adelante proyectos sin que el factor económico sea un obstáculo. He trabajado toda mi vida como música, cantando en bares y cafés, persiguiendo el sueño de vivir dignamente de mi voz. Todo cambió cuando creí en mi mensaje y rompí mis limitaciones mentales. Siento que el universo es abundante y, al alinearte con un propósito, todo comienza a moverse para ayudarte. Las oportunidades están por todas partes; solo hay que confiar, soltar el control y entender que somos una red. Cuando crees y actúas, alguien puede estar viéndote y conectando contigo, y no sabemos hasta dónde puede llegar eso.
Usted lleva varios años en la música, pero hasta ahora se lanzó como solista, ¿por qué?
He aprendido que todo tiene su momento y he respetado mi proceso con intensidad. Tras vivir un abuso infantil, se rompe la confianza en uno mismo, porque sientes que nadie te protegió, y la rabia más profunda es hacia ti mismo por no haberte protegido. Reencontrar esa versión que sí sabe cuidarte toma tiempo. Amo cantar y la música, pero siempre estuve detrás de escena porque exponer lo que siento implica mucha vulnerabilidad. Soñaba con estar adelante, pero trabajaba en mí para estar lista. Ahora que llegó ese momento, sigo enfrentando miedos, encontrando el poder de mi voz y mensaje, y siento que este es el tiempo.
¿Le disgusta algo de la industria musical?
Siempre he criticado el encasillamiento, porque limita la diversidad y hace que muchos artistas sean menospreciados. La industria restringe la libertad que buscamos como creadores. No me enfoco en un género, sino en hacer música que conecte y transmita. Aunque las redes sociales permiten mostrar autenticidad, para llegar a más gente a veces hay que clasificarse.
¿Hay algo que quiera decirle a la niña que fue?
Le diría: confía en tu voz, vas a sanar, no escondas tu sensibilidad y no quieras ser otra Nikki, sé tú misma.

Por Samuel Sosa Velandia
