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Cartagena nació con la iglesia: fue fundada en 1533 —en el siglo XVI, cuando era más bien difícil huir del esparcimiento del catolicismo— igual que su catedral. El 24 de abril del año siguiente se creó la que inicialmente sería la tercera diócesis de América del Sur; esa misma que, tiempo después, el Papa León XIII designaría como la Arquidiócesis de la ciudad. Desde entonces, todo su territorio se ha construido entre lo religioso y lo civil, entre lo sagrado y lo cotidiano.
Este año, en el marco de la Fitur (Feria Internacional del Turismo), Cartagena presentó su oferta en segmentos como el turismo de cruceros, turismo religioso, turismo vacacional, turismo de negocios, turismo de reuniones y turismo patrimonial. La ciudad recibió el premio al ‘Turismo activo’, con el producto innovador por turismo religioso: un premio que se llevó a casa siendo elegida por encima de otras 60 iniciativas a nivel mundial. Así, Cartagena de Indias se sumó a una lista de ciudades reconocidas por su apuesta con los itinerarios religiosos como El Vaticano, ubicado dentro de Roma; Lourdes, en Francia; y La Meca, en Arabia Saudita.
Para considerarse un destino turístico religioso, La Heroica no tuvo que comenzar desde cero. Basta con hacer un recorrido por el circuito que alberga siete templos patrimoniales -eso tan sólo en el Centro Histórico- y los numerosos conventos, monasterios y templos que en su origen tuvieron un uso exclusivamente religioso, y hoy han sido destinados a nuevos fines. Muchos de estos espacios han sido transformados en hoteles o instituciones educativas, conservando su valor arquitectónico, pero con funciones distintas a las originales.
Durante el lanzamiento de la temporada turística de Semana Santa, la Secretaría de Turismo, las autoridades distritales y los representantes de la Arquidiócesis de Cartagena anunciaron que las proyecciones de visitantes que tienen para estas fechas superan en un 7% a las del año pasado. Para la Semana Santa, la programación de la ciudad se construyó alrededor de una premisa: “la institucionalidad al servicio de la iglesia y la iglesia al servicio de la ciudad”.
Las actividades que formaron parte de la agenda cultural por motivo de la Semana Santa trajeron consigo fe, cultura, patrimonio, arte, gastronomía y deporte.
Entre la vida secular y los encuentros con la fe
El reconocimiento de la ciudad como potencial destino turístico religioso coincide con el Jubileo de 2025: una celebración propia de la Iglesia Católica que tiene lugar cada 25 años, en donde, además, se designan catedrales o santuarios populares como lugares especiales para la oración y la reflexión durante el Año Santo.
El Gran Lucernario, por ejemplo, es un encuentro de oración comunitaria en el que cientos de cartageneros y visitantes recorren e iluminan el Centro Histórico con velas o cirios en mano. Inicia a las afueras de la parroquia de Santo Toribio de Mogrovejo, en San Diego, y culmina al llegar a la Plaza de la Proclamación. Este año, el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC) finalizará la jornada con la puesta en escena de algunos coros y ensambles musicales como la Fundación Colectivo Canta, el Coral Societas de Cartagena, el Ensamble Vocal Chambacú, Lux- Ensamble Vocal Masculino, la Camerata Heroica, entre otros.
Y, a propósito de los eventos masivos que encaminan a la reconciliación y dejan de lado el arrepentimiento, Cartagena también le abrió paso a la jornada de “Confesatón”. Allí, la Iglesia puso a disposición de la ciudad 40 sacerdotes, todos de diferentes localidades, que salieron de sus parroquias para confesar y “extraer nuevamente la luz y otorgar el perdón” a los cartageneros y a los visitantes de manera simultánea.
Para los fieles al espíritu deportivo, “Corre y anuncia tu fe” es una actividad organizada por la Alcaldía Mayor de Cartagena, Corpoturismo y el Instituto Distrital de Deporte y Recreación (IDER), que tuvo lugar el Domingo de Resurrección.
“Es vivir la fe y también darle una connotación de deporte, pero muy espiritual; recorriendo las calles del Centro Histórico de Cartagena, recorriendo la iglesia que abre sus puertas para recibirnos. Este año no vamos a correr 5K, sino 10K”, dijo Lucy Espinosa, Directora del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC).
Pasaporte de la Gracia
El jueves 17 de abril, las siete iglesias patrimoniales del Centro Histórico, así como otros templos de la Zona de Pastoral 1, permanecieron abiertos al público, invitando a los fieles a recorrerlos con el Pasaporte de la Gracia: una guía pastoral que acompaña la oración y brinda información histórica sobre cada uno de ellos. Algunos de los templos habilitados para esta jornada fueron: la Catedral de la ciudad, San Pedro Claver, Santo Domingo, Santo Toribio, San Roque, Santísima Trinidad, Ermita de Las Mercedes, Perpetuo Socorro, Santa María del Mar, Ermita de La Candelaria, Santa Cruz y Anunciación y Cristo Rey.
“Todo el conjunto monumental, nuestras fortificaciones… todas las iglesias están, por ejemplo, en esta Semana Santa, alrededor de una ruta de turismo cultural. Contamos con exploradores de patrimonio e historiadores que, de forma gratuita, nos van a contar cómo y por qué es importante vivir esta época de recogimiento. Pero, además, entender por qué estos tiempos hacen parte de nuestra tradición: porque somos una ciudad histórica importante en Latinoamérica”, añadió Lucy.
Esta vez, los coros polifónicos y ensambles sinfónicos se tomaron la ciudad con un festival de música sacra. Y, por primera vez, Cartagena tuvo una manifestación artística de cuadros vivos: la representación en tiempo de real de algunas escenas entregadas en las Sagradas Escrituras.
En las plazas y el Centro Histórico, las mujeres palenqueras, las cartageneras, las matronas y todos los portadores de tradición, estuvieron presentes en la versión número 15 del Festival del Dulce —una muestra de la cocina popular cartagenera que se ofrecerá al público en distintos puntos de la ciudad—, que este año abrió sus puertas al Gran Caribe y tiene como país invitado a Panamá.
“Nosotros consideramos que cuando se une la fe y la cultura, se humaniza la ciudad. Se eleva el espíritu, se mejoran las relaciones. Y no es una cuestión de que uno tenga que creer en Dios para hacerlo. Basta tener grandeza humana para que eso suceda”, concluyó el padre Rafael Castillo, rector de la catedral de Santa Catalina de Alejandría.
