
Esta noche me han castigado sin postre. Por culpa de lo que ha pasado en el zoo. Papá se ha tirado toda la cena repitiéndome:
—¡Es que no puede ser, Joséphine! ¡No puede ser!
Mamá, en cambio, no abría la boca. Me lanzaba miradas de desaprobación. Al final se limitó a decir:
—Mañana iremos al hospital a ver cómo está. Y, ahora, cómete las judías.
No me gustan las judías, pero me pareció que no estaba el horno para bollos. Así que me las zampé sin rechistar. Es lo que se llama ponerse de perfil bajo. Luego mamá decretó que me quedaba sin postre. Y...
Por Joël Dicker * / Especial para El Espectador
