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La reforma laboral continúa su trámite en el Congreso. Hasta el momento, el proyecto de ley ha pasado por tres de los cuatro debates. Lo que sigue en las próximas semanas será decisivo.
Sus primeras dos discusiones se dieron en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes. Allí la reforma tuvo sus primeras grandes transformaciones. En primer lugar, porque se recortó gran parte del capítulo sindical, mientras que otros componentes fueron modificados.
Ejemplos de lo anterior son los recargos en días de descanso y el inicio de la jornada nocturna, los cuales han sido los puntos más álgidos de la discusión.
El Gobierno Petro originalmente proponía que la jornada nocturna inicie a las seis de la tarde, pero tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado se ha votado porque sea desde las siete de la noche. En cuanto al recargo en días de descanso, se le ha dado el visto bueno para que sea del 100 % (tanto para domingos como para festivos), pero se le ha puesto una gradualidad en su aplicación (primer año de la vigencia de la ley 80 %, segundo año 90 % y tercer año 100 %).
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Hay que recordar que la contratación de los aprendices del Sena también ha sido altamente discutido en el Congreso, desde quienes defienden la propuesta de que los estudiantes deben tener un contrato laboral (con el derecho a las prestaciones correspondientes) y quienes argumentan que eso implicaría un costo importante para las empresas, por lo que se debería mantener la figura de aprendizaje, pero sin que estén desvinculados de la seguridad social.
Otros temas claves también han sido la formalización de las madres comunitarias, los repartidores de aplicaciones, artistas, periodistas, deportistas y población migrante. Desde sectores del Gobierno se ha pedido no excluir a los transportadores, pues con ellos se llegó a ese acuerdo en septiembre del año pasado, en el marco del paro camionero.
En suma, la discusión sigue y su cuarto debate, en plenaria, será decisorio para el futuro del mercado laboral en Colombia.
Lo que viene en los próximos días
Esta semana se radicará la ponencia que será debatida en la plenaria del Senado.
Aunque la Comisión Cuarta del Senado (la cual adelantó el tercer debate del proyecto de ley) recogió gran parte del articulado que salió de la Cámara de Representantes, la gran mayoría de estos fueron aprobados con constancias, es decir, se les dio una luz verde temporal, con la esperanza de que las propuestas presentadas sean tenidas en cuenta para la última discusión de la reforma.
Se esperaría que, en esta ponencia, una parte importante de esas propuestas sean incluidas; otra vía sería que cada uno de los congresistas, quienes han manifestado sus reparos, radiquen sus propias ponencias alternativas, o que vuelvan a ponerse sobre la mesa sus proposiciones cuando se entre a debatir los artículos de la ponencia que sea aprobada.
La semana que viene se debatirá en plenaria
El cuarto round de la reforma definirá el texto que, eventualmente, se convertirá en ley de la República. Sobre esta discusión se espera un debate álgido, teniendo en cuenta que en cada una de sus discusiones se han manifestado las diferencias entre quienes argumentan que los trabajadores merecen una mejora en sus derechos e ingresos, y quienes sostienen que esto podría ser contraproducente, en la medida en que se elevan los costos de contratación y, por ende, la capacidad de las empresas para generar empleo formal.
La clave de esta discusión radicará en la capacidad que tengan los ponentes de reunir consensos. También en el peso técnico que tenga la discusión, especialmente en la respuesta a la pregunta de cuánto costará la reforma y cuál es la real capacidad que tienen las empresas para asumir esos costos. Hasta el cierre del tercer debate, el Congreso aún no tenía certeza de esto, pues ni siquiera el Ministerio de Hacienda había presentado formalmente un aval fiscal.
Aún con todo esto, es claro que el mercado laboral colombiano necesita una reforma, o una serie de estas, que mitiguen los problemas más profundos, como lo es la alta informalidad (la cual está presente en casi 6 de cada diez trabajadores), el desempleo (especialmente en jóvenes y mujeres) y la actualización de las normas para las formas de trabajo del siglo XXI.
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