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Vicky Dávila: creyente, dulce e implacable

Después del programa radial que dirige de lunes a viernes, nos sentamos a hablar con la vallecaucana sobre Dios, el saliente 2018 y el periodismo, que tantas alegrías y sorpresas le ha dado. Repasamos algunos episodios de sus 27 años de trayectoria, donde un día estuvo lejos de los micrófonos, condenada a no volver.

Por Nátaly Londoño Laura
14 de diciembre de 2018
Vicky Dávila: creyente, dulce e implacable
Foto: David Schwarz

Foto: David Schwarz

Llegué a las 10 de la mañana, una hora antes de la cita. El martes me había escrito un mensaje en WhatsApp: “Jueves 11 am caracola radio”. “Caracol”, leí, corrigiendo el error en mi mente. Ahí estaba yo, esperando a que confirmaran mi nombre delante de una chica a la que, al parecer, le gustaba dar órdenes: “Espere atrás”, me dijo. Levanté la cabeza para detallar sobre el borde de su hombro su atrás, pero me distrajeron los sensores de seguridad dispuestos en las dos únicas entradas posibles. “Atrás de usted”, me aclaró. Caminé en retroceso. 10, 15 minutos. A través de la puerta principal del edificio vi un café que desaparecía, mágico, cada vez que alguien cruzaba la plazoleta. “En Bogotá todo el mundo tiene afán” es lo que pienso siempre que me queda tiempo muerto para observar. Desbloqueé mi celular, revisé el reloj y pregunté a un señor que permanecía al lado mío: "¿Hoy es jueves?". Y sí, era jueves.

—Natalia… Natalia… Natalia…
—¿Yo?
—Sí.
—Me llamo Nátaly.
—Disculpe, Nátaly. Puede seguir—. Me indicó la chica mientras cambiaba mi documento de identidad por uno institucional.

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Pasé los sensores y me devolví:

—¿A qué piso voy?
—Al 7.

***

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Al principio, el ambientador de su oficina me hizo estornudar. Salí. Fui al baño, pasé por el dispensador de agua, me serví dos vasos, los bebí y regresé. Había libros sobre el escritorio, un computador, un bafle, un Señor de los Milagros de Buga, una estatuilla Thomas Alva Edison, otra de Albert Einstein, un silencio y una calma absoluta. Casi en la entrada, de pie, un ventilador. Saqué el cuaderno donde anoté todo lo que se me ocurrió, lo cerré y abrí Pájaros en la boca. Leí el cuento Mariposas. Y lo volví a guardar.

Me detuve en la imagen religiosa. Recordé lo que había leído cuando todavía era chiquita en un artículo de revista Caras: “Vicky Dávila quería ser monja”. Y con el recuerdo llegó su voz, me di vuelta y la vi entrar con otras tres mujeres: la  productora del programa y dos periodistas más. Me ofreció disculpas por la tardanza. Eran las 11:35. La vi sacar una libreta.  Anotar datos. Revisar guiones. Decir: “¿Es que lo habían ensayado? ¿Tres lechonas para 2.000 personas? ¡Es el colmo!  ¿Cuántos soldados hay abajo? ¿20? Traigamos a algunos para la cabina. Voy a dar una pequeña editorial que diga… no sé…  vamos a rendir homenajes a nuestros soldados, ofreciéndoles disculpas en nombre de todos los colombianos que apreciamos  y valoramos su trabajo”.

Nos quedamos solas.

—¿Así es siempre?
—No. Me retrasé porque estaba organizando la ropa para lo de las fotos de Cromos. Normalmente, estoy aquí desde temprano, hacemos un pequeño consejo y salimos al aire. Además, hoy hay mucho movimiento porque vamos a hacer el programa con los soldados a los que les hicieron el desplante ayer en la ceremonia de retiro. ¿Quieres que empecemos la entrevista ya?
—Me gusta más conversar que entrevistar. Si quieres la hacemos cuando termines el programa.
—Listo, entonces me relajo.

Silencio.

—¿Es muy creyente? —dije con la mirada puesta sobre el Señor de los Milagros.
—Yo siempre he dicho que soy una hijade Dios. Soy creyente, aunque no estoy de acuerdo con muchas cosas de la iglesia
católica.

Y a raíz de eso, en los menos de 20 minutos que faltaban para que empezara el programa que conduce, me contó que sus
creencias provienen de su familia, de los colegios que la formaron, me hizo un recorrido por su vida como periodista. Alcancé
a verla con el cabello rizo, presentando una nota en el canal Telepacífico. Y alcancé a imaginármela haciendo parte del

programa Voces de Occidente. Los primeros pinitos que llaman.

—Mi experiencia en radio empieza a los 16 años. Y en televisión a los 18.

***

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La W con Vicky Dávila. Al Aire. “Ya tenemos las 12 del día, 7 minutos. Ustedes se pueden conectar a nuestro Facebook Live, que espero que hoy esté muy nutrido porque quiero decirles que vamos a rendir homenaje a los verdaderos héroes nacionales, a nuestros soldados. Les rendimos homenaje, ofreciéndoles excusas en nombre de todos los que apreciamos y valoramos su trabajo: exponer sus vidas para defender las vidas de todos los colombianos. Espero que muchos estén escuchando este programa. Porque este programa es una denuncia”.

Así salió la editorial, sin pausas: lo que se estaba señalando con su equipo era que más de 600 soldados se habían presentado el día anterior a la Brigada 13, en Bogotá, para asistir a la ceremonia que los devolvería a la vida civil. Cuando llegaron, no habían preparado nada.

—¿Cuál es el fin del periodismo?
—Servirle a la gente, eso es lo que yo persigo, cuando uno logra eso, está cumpliendo con su oficio. ¿Cómo hacerlo? Buscando la verdad, dándole visibilidad a una denuncia. Yo hoy me sentí feliz de hacer el programa que hice, no estaba buscando nada, estaba buscando servirle de algo a esa gente que se sintió maltratada.
—¿Y la verdad?
—La verdad es un objetivo y una búsqueda que siempre tiene que acompañar al periodista. A veces se logra, a veces no, a veces se logra un pedazo… lograr la verdad completa es casi imposible por más que luches.
—¿Por qué?
— Porque todo depende del poder que esconda esa verdad. Hay verdades que tienen tanto poder detrás que al final no se va a saber, así todo el mundo la sepa. 
—¿Y esa verdad es una sola? 
—La verdad es una sola, pero encontrarla no es una tarea fácil. En pleno programa, el comandante General del Ejército puso la cara y dijo que iba a hacer una nueva ceremonia. La humillación no se olvida. 

Al Aire. 14:35. “Estamos muy atentos al expresidente Belisario Betancur, quien está hospitalizado por una afección en los riñones. Eso es lo que hemos sabido. Desde aquí un abrazo para que se recupere. Está en la Clínica Santa Fe”.

***

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“Tengo la fortuna de haber podido ser lo que desde muy niña quería: ser periodista. Así que amo muchísimo el oficio que desempeño y me hace muy feliz”.

 

En la cabina, en medio de las pautas, de la música, cuando la luz que resalta las palabras al aire estaba apagada, vi a los compañeros de Vicky Dávila molestarla, lamberle. “Nunca son así, me están haciendo bullying porque estás aquí”, me explicaba entre risas. Ellos, también entre risas, lo negaban. La vi revisar y escribir en el celular. Hacer señas. Pararse ante la impotencia de la historia, celebrar otra. Invitarme a la mitad de su almuerzo, a lo que me negué y por lo que me contestó: "Después va a escribir que soy una amarrada”.

—¿En esta nueva etapa es otra Vicky? 
—¿A ti te parece? No. Yo soy la misma, lo que pasa es que este es otro momento de mi vida. Así como es otro momento de mi vida, es otro momento de mi vida profesional.
—¿Cómo fue trabajar en un medio que tenía un tinte político tan marcado? 
—Yo nunca he hecho periodismo desde un tinte político. Esa es una percepción tuya. Puedo decir que lo único que he hecho en mi oficio es lo que creo que debo hacer.
—Lo digo por lo que dijiste en el primer video que publicaste en tu canal de YouTube…
—Claro, pero es que ese video estaba muy relacionado con todo lo que estaba viviendo. Una turbulencia de poder nos arrasó y eso es diferente. Pero en cuanto a mi ejercicio profesional… me tuve que ir ¿por qué me tuve que ir? Porque defendí mi posición periodística.
—¿Hoy es un buen momento?
—De esta etapa tengo muchísimas satisfacciones. Hemos podido innovar con esto que yo llamo el experimento. Todos los días me siento haciendo un programa de radio y televisión al tiempo, y es muy bonito porque eso nació de mi experiencia del año anterior  —cuando abrió su canal de YouTube, Vicky Dávila Digital—, donde entendí el valor de las redes sociales. La gente se puede conectar desde cualquier lugar del mundo, hemos tenido videos de más de 2 millones de reproducciones. 

—¿El experimento?
—Ser los primeros en integrar las redes, los Facebook Live, con un periodismo riguroso. Hicimos una radio que se puede ver. Julio Sánchez me apoyó desde el inicio. Y tenemos un público que nos acompaña sí o sí. Te invito a que veas los programas que hicimos durante la campaña  política para que te des cuenta del alcance de nuestra propuesta. La W entendió que no necesariamente los programas del medio día tenían que  ser para amas de casa, o de deportes, sino que también podían ser de noticias de temas económicos y políticos.

***

En las campañas presidenciales de Colombia supimos que al último debate planeado por La W, en primera vuelta, solo asistió Sergio Fajardo. El día anterior, los cuatro precandidatos habían confirmado su asistencia. “Supimos que desde la campaña de Duque se gestó un complot contra este debate. Solo Fajardo honró su palabra y se lo agradezco”, dijo Vicky Dávila entonces. Después fue la conductora de los dos únicos programas audiovisuales en los que aceptaron participar los candidatos antes de las elecciones finales: Petro en positivo en La W y Duque en positivo en La W, programas que alcanzaron 43 mil personas conectadas en Facebook.

—¿Este ha sido tu mejor año?
—Todos, porque yo no podría tener este año si no hubiera tenido los anteriores. Uno en la vida es el cúmulo de todo lo que hace, de lo que produce, de todo lo que sueña, de todas las noticias que hace, presenta, investiga, entonces yo no podría decir que "este es el mejor año de mi vida". No. Creo que ahora estoy recogiendo mucho de lo que he sembrado.
—Pero ¿fue un buen año? 
— Un gran año en sintonía, en la familia. Si tú me preguntas si este año me he sentido feliz con lo que hago, te digo "sí". Soy muy emocional, y agradezco en este oficio lo bueno y lo malo, porque lo malo te forma también, te obliga a tomar otros  caminos, te obliga a pensar de nuevo qué hacer.
—Algo que destaque del 2018.
—La campaña presidencial, donde pudimos hacer grandes cosas como periodistas en la radio que se ve. En La W pudimos hacer grandes debates, pudimos copar el interés de muchos, de millones de colombianos y llevar hasta esos millones de colombianos las propuestas de los candidatos, pudimos hacer programas en positivo en la segunda vuelta presidencial con los dos últimos candidatos, entonces ese es un trabajo para destacar, porque fue muy intenso.

***

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“No podría trabajar sin mi equipo, sería imposible. Somos Peláez, Montoya, Jairo Lozano, Andrea Díaz, Natalia y Juan David”.

 

Ya no estábamos en la emisora. Nos habíamos ido a un estudio fotográfico, desde hacía tres horas. Allí le hice muchas de las preguntas que aparecen en este artículo, que, por cierto, no salió como lo pensé desde que supe que el tema era mío. Vicky habló con el maquillador, con la productora de Cromos, envió mensajes de WhatsApp a Salomón, su hijo de 6 años: “Hola mi pollito mojado, todavía me demoro un poquito”. Y escribió un tuit del que supe más tarde: “¡No!, ¡no puede ser!, no se ha muerto Belisario”. La vi aislarse y meterse en el vestier. Al salir dijo en voz alta: “La que dio la noticia falsa fue la vicepresidente”. Me quedé en silencio. Después hablé:

—¿También publicaste algo?
—¡Claro! Conté incluso que cuando yo era niña…
— ¿Y entonces? ¿Lo borraste?
—Pues claro.

Y nos fuimos caminando todos hacia el camarógrafo. Pensé en eso y en la verdad y en el periodismo hasta que la escuché decir: 

—El gobierno está tan mal que hasta mató a un expresidente.

Por Nátaly Londoño Laura

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