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¿Qué tiene de malo que el Caguán hubiera sido la zona de despeje? Exalcalde pide frenar estigma

Domingo Pérez afirma que los pobladores de esa zona del Caquetá continúan siendo blanco de señalamientos por la historia del municipio.

Paulina Mesa Loaiza
12 de abril de 2025 - 09:25 p. m.
Pérez fue alcalde de San Vicente del Caguán entre 2012 y 2015.
Pérez fue alcalde de San Vicente del Caguán entre 2012 y 2015.
Foto: Nelson Sierra Gutiérrez
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Desde la experiencia que entrega los años, Domingo Pérez cree que la realidad de San Vicente del Caguán puede ser diferente. Cree en que las comunidades se conozcan y se unan para desestigmatizar la tierra a la que todavía señalan desde afuera con temor.

Pérez fue el primer alcalde de izquierda que tuvo el Caguán en el periodo 2012-2015, después de la zona de despeje que vivió ese territorio durante el gobierno de Andrés Pastrana con la extinta guerrilla de las FARC. Si bien ese fue un hecho que marcó un antes y un después para San Vicente del Caguán, Pérez, quien ahora se dedica a la ganadería restaurativa, cree que la estigmatización contra esta región viene de mucho más atrás.

En entrevista con Colombia+20, Domingo Pérez habló sobre la estructura que hay detrás del estigma que ha cargado el Caguán por años, y que hoy todavía golpea a su comunidad. También recordó cómo fue su paso por la política y lo que significó cargar con la estigmatización de ser de izquierda y tener un hermano en las extintas FARC.

¿De dónde llega la ola de estigmatización contra San Vicente del Caguán?

Cuando se lee la historia de Colombia desde el enfoque de la teoría del enemigo interno, de cómo ponemos a odiar a un sujeto, en este caso un sujeto ideológico, uno empieza a entender que San Vicente del Caguán ha estado caracterizado como ese sujeto. Todas las manifestaciones de izquierda forman parte de ese enemigo interno. San Vicente del Caguán estaba ya instrumentalizada dentro de ese concepto, para hacerle creer a la sociedad colombiana que había un enemigo.

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No es cierto que el estigma nuestro venga desde la zona de despeje sino que formó parte de una cultura, de una estrategia desde el alto poder político y económico en Colombia. No solo San Vicente fue zona de despeje, fueron otros cinco municipios. Nosotros fuimos también la sede de los diálogos, pero la estigmatización se instrumentalizó mucho más para darle fuerza a esa idea.

Lo que ocurrió en San Vicente del Caguán no fue más trágico que lo que ocurrió, por ejemplo, en Córdoba, o en Antioquia, o en la Comuna 13 de Medellín. Cuando se pone en cifras reales y en hechos victimizantes, no fue más trágico. Es decir, estas masacres de El Salado, de El Aro, donde está demostrado que fue con la articulación de actores estatales y paraestatales, obviamente esos hechos son mucho más trágicos. Entonces, ¿Por qué demonizaron tanto el territorio? ¿Qué tenía de malo que hubiéramos sido una zona de despeje? Así lo dispuso el Gobierno, no fuimos nosotros.

Esa cultura de satanizar y de fortalecer la idea del enemigo interno confluyen el hecho de haber sido una zona de despeje con una decisión política históricamente demostrada como herramienta del ejercicio político de estos sectores de poder.

Pero desconocían lo que es el Caguán. Este es un territorio como cualquier otro territorio. ¿Por qué la emprenden contra nosotros? Incluso, desde el enfoque de violencia armada, hay territorios que son mucho más complicados que San Vicente del Caguán. Aquellos territorios, por ejemplo, donde confluyen más de un actor al margen de la ley, son territorios mucho más violentos. ¿Por qué el demonio es San Vicente del Caguán?

Hoy en día cuando se habla de San Vicente del Caguán se habla en relación a la antigua zona de despeje, porque esa característica, esa fuerza que le quieren dar a la manera de referirse a San Vicente del Caguán, tiene un fin político. Y es, “No vamos a volver al Caguán, no vamos a caguanizar otra vez Colombia”.

El estigma de San Vicente del Caguán no obedece exclusivamente al hecho de haber sido zona de despeje o al hecho de que las FARC hayan existido aquí desde hace mucho tiempo, no. En otros territorios más violentos no se tiene el mismo morbo que se tiene contra San Vicente del Caguán.

En ese contexto de estigmatización sobre la región, ¿Cómo fue entonces su periodo como el primer alcalde de izquierda en San Vicente del Caguán?

He sido el único alcalde de izquierda que ha tenido San Vicente del Caguán. Con estos antecedentes, uno se puede imaginar todo el peso que se hereda de esa construcción política, cultural que se ha hecho con respecto a la izquierda.

Pero aparte de eso, tenía un hermano en las FARC en esa época. Y se suma entonces alcalde de izquierda, candidato de izquierda, con hermano en las FARC. En ese tiempo me llamó un periodista y me dijo: señor alcalde lo que pasa es que me llaman del batallón cazadores para decirme que usted ganó porque su hermano es alias tal y que por eso fue que usted ganó. Entonces estaba también toda la conspiración de la fuerza pública contra mí.

Aquí hay un hecho interesante. Uno puede ligar los hechos porque podrían tener sentido: el hermano está en las FARC, pues el hermano obliga al campesino a que vote por él. Pero resulta que mi hermano no era el jefe de Pluma Blanca con la autoridad para tomar esas decisiones. Además hay otro antecedente que desmiente esa tesis y es que cuando fue zona de despeje aquí hubo un candidato de izquierda y ese candidato de izquierda en plena zona de despeje no ganó. Ganó el candidato de la derecha, Néstor León Ramírez, que justamente a Ingrid Betancourt la secuestra las FARC porque venía a visitar a su alcalde que se avaló por el partido de Oxígeno Verde.

Eso demuestra que no es cierto que la guerrilla monte alcalde en San Vicente del Caguán. Es más, si eso fuera cierto, la mayoría de los alcaldes de aquí hubieran sido de izquierda, si se quiere demostrar que esa teoría es cierta. Lo que muestra la teoría es que no, que San Vicente del Caguán es gente libre.

Como candidato de izquierda simplemente ganamos esa elección porque hicimos un trabajo muy fuerte en materia de derechos humanos antes.

Fue una cosa difícil. Uno es un pequeño pez en un mar de tiburones. Los verdaderos dueños del poder, con sus dientes, están encima para ver en qué le embarras. Y no porque seas un bandido, sino porque contra ti sí hay ley. Eso lo viví yo como alcalde de izquierda.

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¿Hubo en algún momento estigma de la misma comunidad por ese señalamiento de alcalde guerrillero?

San Vicente es para Caquetá, lo que Caquetá es para Colombia, lo que Colombia es para el mundo. Es decir, la estigmatización se vive acá, al interior del mismo municipio. Pero si se sale del municipio hacia Florencia, y viene de San Vicente del Caguán, allá todos somos vistos bajo ese lente de la sospecha.

Ya hay unas marquillas preestablecidas. Evidentemente, aquí a nivel doméstico, la política criolla de nuestro municipio, no se iba a sustraer de esa realidad de la estigmatización. Muchos de los que no votaron por mí, era por ese convencimiento. “Este es el candidato de la guerrilla”. Y eso que la existencia de un hermano mío en el FARC no logró salir a la luz pública en campaña, me hubieran destrozado. Porque él no estaba en el territorio, él llegó al territorio justo cuando empezó mi periodo. Aquí se vive la estigmatización y el despellejamiento por enfoques ideológicos y más contra los que militamos en la izquierda.

¿Cómo cree que se podría superar la estigmatización que tiene San Vicente del Caguán?

La estigmatización tiene una realidad estructural. Para quienes sustentan esta agenda es necesario que exista la estigmatización, porque es la estigmatización uno de los caballitos sobre los cuales han cabalgado políticamente. Siembro miedo y te vendo seguridad. Entonces, luchar contra esa decisión estructural es muy complicado, porque eso se va subvencionando y hoy es cada vez más fácil subvencionar ya sea lo bueno y lo no tan bueno. Yo creo que necesitamos encontrarnos. Encontrarnos para redescubrir nuestra identidad.

¿Por qué tengo que estigmatizar si compartimos una misma identidad territorial? ¿Qué sentido tiene que nos devoremos en una carnicería, en un despellejamiento como una patria boba? No tiene sentido. Yo creo que se deben fortalecer estos encuentros en el que nos descubramos que somos habitantes de un mismo territorio y que debemos abogar de manera unánime, levantando una voz, primero, de autocrítica entre nosotros mismos, no podemos seguir replicando esta cultura de hace mucho tiempo que hasta el momento no ha parado, y segundo, empezar a cerrar filas también a estas, que es muy difícil de aquí para arriba, porque ya no depende tanto de nuestra voluntad.

Cuando nosotros estuvimos en la alcaldía definimos una estrategia, ¿Cómo hacemos que sea noticia positiva? Entonces lo hicimos desde la cultura. Nuestra Casa de la Cultura fue reconocida entre las seis mejores casas de cultura a nivel nacional, nuestra biblioteca ocupó el primer premio como la mejor biblioteca a nivel nacional, y dijimos, desde esa línea, hagamos que San Vicente del Caguán sea una noticia positiva.

Pero si miramos qué tanto trascendió eso, pues fue poca cosa, o por ejemplo, que en San Vicente del Caguán se haga el único festival de rafting, ¿eso qué tanta trascendencia tiene? Entonces son noticias positivas pero termina siendo un pequeño eco contra toda una estructura demagógica y definida para impedir.

¿De qué manera la ganadería regenerativa contribuye a darle otra mirada a San Vicente del Caguán?

San Vicente del Caguán tiene tres realidades que la hacen fascinante para un laboratorio de paz. Pero siempre estamos en el top 3 de los municipios más deforestados. Esa deforestación está ligada a un modelo de ganadería que es la extensiva, o sea que es por la ganadería extensiva que el campesino deforesta. Además, este es un municipio donde el conflicto armado ha sido de larga data, entonces hay una necesidad de paz territorial, no solamente con los actores en ejercicio de la violencia, sino también con la forma de estar en el territorio y de aprovechar económicamente el territorio.

La ganadería regenerativa es una apuesta justamente que contribuye a disminuir en buena medida esa violencia, sobre todo la violencia ligada con el ambiente y la tierra, que tiene que ver también con la paz, en el sentido de que mejora las condiciones de vida.

Se contrapone a la ganadería tradicional y a la ganadería extensiva porque hace todo lo contrario. En lugar de deforestar, permitimos que los bosques se restauren, que los suelos se restauren, que los acuíferos se restauren otra vez, porque para la ganadería regenerativa el activo estratégico no es la vaca, es el ambiente. Y el ser humano, por supuesto, es un gran protagonista, porque él es el que gestiona cómo se hace esa ganadería. Es decir, el problema no es la vaca, el problema es lo que tú haces con la vaca, como tú gestionas la productividad y la reproductividad de esa vaca, ahí es donde está el problema.

En este ecosistema tan estratégico como es la Amazonía no podemos decir que vamos a cambiar la vocación productiva o la actividad productiva porque es histórica. Aquí somos ganaderos, no queremos decir que no hayan otras manifestaciones económicas ligadas al aprovechamiento de la tierra, como el ecoturismo, como la agricultura, pero el renglón económico más importante nuestro es la ganadería, por lo tanto, ¿Cómo logramos transformar esa forma de hacer ganadería? Necesitamos que en lugar de seguir deforestando, empecemos a hacer parte de nuestra finca a los bosques, que dejemos de implementar agrotóxicos, pero que además seamos mucho más rentables y eficientes, es decir, que dejemos de tener una vaca por hectárea a tener tres vacas por hectárea, cuatro vacas por hectárea. Todo eso lo aborda la ganadería regenerativa.

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Y hoy por hoy, cuando los costos de producción son tan altos porque los insumos están por las nubes, producir de esta manera la ganadería regenerativa excluye de su práctica muchos insumos externos. Eso se ve reflejado en la rentabilidad. A la par de que entiende que mantener la vida en el ecosistema es su aliado estratégico.

Todos estos elementos que son importantes en la ganadería regenerativa son muy importantes a la hora de hablar de la paz del territorio, cómo transformamos ese aprovechamiento que se ha venido haciendo de nuestro suelo desde ese enfoque de la ganadería extensiva versus la ganadería regenerativa.

Desde ese concepto hay que empezar a fortalecer la agricultura campesina. En San Vicente del Caguán hay mucho ganadero que viene haciendo este tipo de prácticas que nosotros no sabemos quiénes son. Necesitamos descubrirnos, encontrarnos, visibilizar todo lo que están haciendo y que la gente sepa cuáles son las bondades comparativas de hacer ganadería de esta manera a hacer ganadería tradicional.

*Esta pieza periodística hace parte de la iniciativa “Comunidades que Transforman” de El Espectador, el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ por su sigla en inglés) y la Embajada de la Unión Europea. Esta es una alianza para producir contenidos que narran los esfuerzos de las organizaciones comunitarias, las autoridades y el sector privado en la construcción de paz.

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Paulina Mesa Loaiza

Por Paulina Mesa Loaiza

Periodista de la Universidad de Antioquia e ilustradora. Ha escrito en prensa y portales digitales con especial interés en justicia, conflicto, memoria y paz. Actualmente es periodista de Colombia+20.@paulina_mesal[email protected]

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