
Para un bogotano de clase media tener casa propia es una decisión que implica años de ahorro y deudas, pero la satisfacción de saber que será un espacio “donde caerse muerto” motiva a miles a enfrentar el desafío. Es lo que motivó a por lo menos 20 familias a invertir en hoy cuestionados y atrasados proyectos de una joven constructora, liderada por un joven de menos de 30 años.