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Cada vez más corredores urbanos deciden probar suerte en la montaña. La naturaleza, el silencio del bosque, el aire limpio y la aventura de caminos no pavimentados se vuelven irresistibles para quienes han corrido kilómetros en asfalto. Pero una pregunta común surge entre los que dan el salto del running al trail running: ¿puede usar las mismas zapatillas con las que corro en la ciudad?
La respuesta no es tan sencilla como un sí o un no. Para abordar este interrogante, De Carreras consultó a Martín Guerrero, entrenador certificado en deportes de montaña y biomecánico con más de 15 años de experiencia en la preparación de corredores de trail en Sudamérica.
“El problema con usar zapatillas de running en el trail no es solamente el agarre, que es lo primero que la gente piensa, sino también cómo responden esos materiales frente a la irregularidad del terreno. Cuando un corredor pisa asfalto, la superficie es predecible. Pero cuando salta a una montaña, cada paso es diferente: hay barro, piedra suelta, raíces, inclinaciones, descensos técnicos. Y ahí es donde un calzado no diseñado para eso empieza a mostrar sus límites”, explicó Guerrero.
¿Qué diferencias hay entre unas zapatillas de running y unas de trail?
En apariencia, ambos tipos de calzado pueden lucir similares. Suelen tener una malla en la parte superior, una media suela con espuma amortiguadora y una suela de goma. Pero el diablo está en los detalles.
“La diferencia comienza en la suela”, asegura Guerrero. “Las zapatillas de trail tienen tacos más profundos y una goma que ofrece tracción específica. El caucho suele ser más blando en comparación con el de las zapatillas de running, porque necesita adaptarse a la roca húmeda, al barro, a la gravilla. Una suela de running en montaña se desliza con facilidad, incluso en tierra seca”.
Además del agarre, otro aspecto clave es la protección. Las zapatillas de trail están reforzadas para proteger el pie de impactos con piedras, ramas u otros objetos. “En ciudad, no necesitas un refuerzo lateral o una puntera endurecida, pero en un sendero técnico eso puede marcar la diferencia entre terminar la carrera o irte con una uña negra”, añadió Guerrero.
La estructura también cambia. El calzado de trail suele ser más rígido, menos flexible en el antepié, y su horma sujeta mejor el pie para evitar movimientos bruscos en terrenos inestables. Guerrero lo resume así: “Una zapatilla de running está pensada para una biomecánica más limpia. En el trail, la pisada es caótica. Tienes que tener control y protección. Por eso hay modelos con placas anti-rocas, estructuras que estabilizan el talón y cordones que no se desatan fácilmente”.
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¿En qué casos sí se podrían usar zapatillas de running en el trail?
No todo es blanco o negro. Hay momentos y lugares donde sí es posible correr en senderos con zapatillas de running. Según Guerrero, “si hablamos de un camino de tierra bien compactada, con clima seco y sin mucha inclinación, una zapatilla de running puede ir bien durante una salida corta”.
También influye el tipo de zapatilla urbana que se use. Algunos modelos de running tienen suelas con mayor tracción, o una estructura algo más robusta que les permite cierto desempeño en terrenos mixtos. Sin embargo, como advierte Guerrero, “eso no las convierte en zapatillas de trail. Lo que puede funcionar en un parque con tramos de tierra, no funcionará en una travesía por el páramo o en un ascenso al Nevado del Ruiz”.
El problema, dice, es que muchos corredores novatos subestiman la dificultad de un sendero. “Ven una foto bonita en redes sociales, se emocionan y se lanzan al monte con las mismas zapatillas con las que corrieron su última 10K en asfalto. Pero el terreno cambia cada 500 metros, y lo que parecía una trocha sencilla se vuelve una bajada técnica con piedras mojadas. Ahí es donde empiezan las torceduras, las caídas y los abandonos”
Además, los sensores de presión distribuidos en la planta del pie mostraron un patrón de carga más concentrado en quienes usaban zapatillas de running, lo cual puede llevar a una mayor fatiga muscular en salidas prolongadas.
El factor psicológico
No todo es físico. También hay una cuestión mental en juego. “Cuando uno siente que su calzado no le responde bien en un terreno complicado, comienza a correr con miedo”, afirmó Guerrero. “Y correr con miedo en la montaña es la receta perfecta para un accidente. Si tienes que bajar una ladera mojada y tu zapatilla no se agarra bien, vas a frenar de más, vas a tensionarte, vas a pisar mal”.
Por eso, más allá de lo técnico, tener un calzado que inspire confianza es parte del rendimiento. “Una buena zapatilla de trail no solo te protege: también te da la seguridad para avanzar. Y eso, en una competencia o una travesía larga, es oro”.
¿Y si no tengo presupuesto para comprar unas zapatillas de trail?
Guerrero responde: “Entiendo que no todo el mundo puede comprarse un par de zapatillas nuevas solo para probar el trail running. Si ese es el caso, mi recomendación es: empieza por terrenos fáciles, sin inclinaciones, en días secos. Usa las zapatillas más robustas que tengas, idealmente con suela algo rugosa”.
También aconseja estar muy atento al desgaste del calzado. “Las zapatillas de running no están diseñadas para resistir fricción con piedras o barro, así que se rompen más rápido. Y un agujero en la suela o en el upper, en medio del monte, es un problema serio”.
Por eso, si alguien se enamora del trail y decide seguir practicándolo, invertir en un calzado adecuado no es un lujo, sino una herramienta de seguridad. “Así como no te irías a escalar una pared con zapatos de oficina, no deberías correr una montaña con zapatillas para asfalto”.
Entonces, ¿se puede hacer trail running con zapatillas de running? Sí, pero con matices. La clave está en el tipo de terreno, la experiencia del corredor y las condiciones del día. En salidas suaves y bien planificadas, puede ser una opción válida. Pero para travesías más técnicas o largas, contar con calzado específico para trail no es un capricho: es una medida de seguridad.
“Más que preguntarse ‘¿puedo?’, habría que preguntarse ‘¿debería?’”, concluye Guerrero. “La montaña es hermosa, pero también exigente. Ir preparado hace que la experiencia sea más disfrutable, más segura y, sobre todo, más duradera”.
